martes, 14 de enero de 2014

Diario de un perroflauta motorizado, 163




Lluvia durante toda la mañana.
El perroflauta motorizado se había hecho a la idea de pasar la mañana solo, pero pronto ha llegado Ana (¡qué alegría más grande verla!), y después Marcos y Marga.

En realidad, el primero en llegar al portal de la Consejera ha sido Friedrich Nietzsche, que ha tomado la palabra en cuanto ha visto arribar al perroflauta motorizado. Ni siquiera lo saluda explícitamente,  en sus ojos se atisba la voluntad solo de decir lo que lleva dentro. El perroflauta motorizado  está cansado ya antes de comenzar la jornada, pero Nietzsche no tiene piedad alguna. Y comienza:
En el momento actual, nuestras escuelas están dominadas por dos corrientes aparentemente contrarias, pero de acción igualmente destructiva, y cuyos resultados confluyen, en definitiva: por un lado, la tendencia a ampliar y a difundir lo más posible la cultura, y, por otro lado, la tendencia a restringir y a debilitar la misma cultura. Por diversas razones, la cultura debe extenderse al circulo más amplio posible: eso es lo que exige la primera tendencia. En cambio, la segunda exige a la propia cultura que abandone sus pretensiones más altas, más nobles y más sublimes, y se ponga al servicio de otra forma de vida cualquiera, por ejemplo, del Estado”.
El perroflauta motorizado no sabe a qué atenerse aún ante estas primeras palabras del pensador germano. Pero lo interpreta de inmediato como una descripción de  lo que está ocurriendo hoy en España: unos piensan que basta  con meter a un@s niñ@s o un@s  jóvenes en un aula cualquiera y ya están culturizándose. En este primer caso, educación equivaldría a escolarización, lo cual es manifiestamente insuficiente. La segunda tendencia descrita por Nietzsche indicaría el afán  privatizador y la política de favorecimiento de  la enseñanza  privada, primordialmente de unas élites. “¿Esto  es lo que has querido decir?”, pregunta el perroflauta motorizado perroflauta motorizado a Nietzsche. Pero este parece no ver ni escuchar nada ni a nadie, y continúa  hablando:
Por eso, el autentico problema de la cultura en ‘la actualidad’ consistiría en educar a cuantos más hombres ‘corrientes’ posibles, en el sentido en que se llama ‘corriente”’ a una moneda. Cuanto más numerosos sean dichos hombres corrientes, tanto más feliz será́ un pueblo -dicen. Y el objetivo de las escuelas modernas deberá́ ser precisamente ese: hacer progresar a cada individuo en la medida en que su naturaleza le permite llegar a ser ‘corriente’, desarrollar a todos los individuos de tal modo, que a partir de su cantidad de conocimiento y de saber obtengan la mayor cantidad posible de felicidad y de ganancia. Todo el mundo deberá́ estar en condiciones de valorarse con precisión a sí mismo, deberá́ saber cuanto puede pretender de la vida. La ‘alianza’ entre inteligencia y posesión, apoyada en esas ideas, se presenta incluso como una exigencia moral. Según esta perspectiva, está mal vista una cultura que forme personas, que coloque sus fines más allá́ del dinero y de la ganancia, que requiera mucho tiempo”.
El perroflauta motorizado piensa en esos programas/concursos ‘culturales’ donde ‘sabio’ es quien mayor cantidad de  cosas/datos posee. “Eso no quiere decir que las sepa”, piensa el perroflauta motorizado, “saber muchas cosas no equivale a saberlas bien, ni siquiera a saberlas”. Nietzsche refleja en su rostro su contrariedad al oír el cántico católico de las 12 de la mañana  “Bendita y alabada….”. No tanto por religioso, cuanto porque interrumpe su perorata. Nietzsche parece  una máquina pensante, sin pausas y sin interludios. Por eso continúa:
A partir de la moral aquí́ triunfante (la moral del ganador/perdedor en medio del mar de la competitividad) , se necesita indudablemente una educación en consonancia, es decir, rápida, que capacite a los individuos deprisa para meterles en la cabeza la ficción de ganar dinero, muchísimo dinero. Se concede cultura al hombre solo en la medida en que interesa la ganancia; sin embargo, por otro lado se le exige que llegue a esa medida. En resumen, la humanidad tiene necesariamente un derecho a la felicidad consumista: para eso es necesaria la cultura, ¡pero sólo para eso! De esta forma, un ciudadano se dará por contento, aunque se sienta un desgraciado, si gana mucho dinero (o, aún más triste, si gana más dinero que el vecino), aunque su saber sea el de un redomado especialista obrero de  una fábrica que durante toda su vida no hace otra cosa que determinado tornillo y determinado mango, para determinado utensilio o para determinada maquina, en lo que indudablemente llegará a tener increíble maestría”.
El perroflauta motorizado piensa que lo  importante es lo que ocurre no solo en el aula,, sino en la vida  de los protagonistas de la educación: el alumnado. El perroflauta motorizado visita diariamente blogs y recibe cartas sobre una supuesta educación, donde ni una sola vez se habla del alumnado. Casi siempre son preocupaciones corporativistas, que empiezan y acaban en el problema concreto de un@s cuant@s. Se han hecho nuevas leyes, se  han tomado medidas importantes, se ha  recortado, se ha demolido un edificio para erigir otro nuevo, pero nunca jamás se ha preguntado nada a aquellos que  padecen el sistema educativo: el alumnado.
El perroflauta motorizado está convencido de que lo más importante, a años-luz de cualquier otra cuestión  importante en el mundo de la enseñanza, es la formación de personas libres, autónomas, críticas, responsables, inquietas, solidarias y  combativas por el interés general, el bien común y los derechos humanos de todos y cada uno de los seres humanos.
El perroflauta motorizado guarda en la mochila de su silla el libro de F. Nietzsche, Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas, de fácil y recomendable lectura.


Hasta mañana.

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