Lluvia durante toda la mañana.
El perroflauta motorizado se había hecho a la idea de pasar la mañana solo,
pero pronto ha llegado Ana (¡qué alegría más grande verla!), y después Marcos y
Marga.
En
realidad, el primero en llegar al portal de la Consejera ha sido Friedrich Nietzsche,
que ha tomado la palabra en cuanto ha visto arribar al perroflauta motorizado.
Ni siquiera lo saluda explícitamente, en
sus ojos se atisba la voluntad solo de decir lo que lleva dentro. El
perroflauta motorizado está cansado ya antes
de comenzar la jornada, pero Nietzsche no tiene piedad alguna. Y comienza:
“En
el momento actual, nuestras escuelas están dominadas por dos corrientes
aparentemente contrarias, pero de acción igualmente destructiva, y cuyos
resultados confluyen, en definitiva: por un lado, la tendencia a ampliar y
a difundir lo más posible la cultura, y, por otro lado, la
tendencia a restringir y a debilitar la misma
cultura. Por diversas razones, la cultura debe extenderse al circulo más amplio
posible: eso es lo que exige la primera tendencia. En cambio, la segunda exige
a la propia cultura que abandone sus pretensiones más altas, más nobles y más
sublimes, y se ponga al servicio de otra forma de vida cualquiera, por ejemplo,
del Estado”.
El
perroflauta motorizado no sabe a qué atenerse aún ante estas primeras palabras
del pensador germano. Pero lo interpreta de inmediato como una descripción
de lo que está ocurriendo hoy en España:
unos piensan que basta con meter a un@s
niñ@s o un@s jóvenes en un aula
cualquiera y ya están culturizándose. En este primer caso, educación equivaldría
a escolarización, lo cual es manifiestamente insuficiente. La segunda tendencia
descrita por Nietzsche indicaría el afán
privatizador y la política de favorecimiento de la enseñanza
privada, primordialmente de unas élites. “¿Esto es lo que has querido
decir?”, pregunta el perroflauta motorizado perroflauta motorizado a
Nietzsche. Pero este parece no ver ni escuchar nada ni a nadie, y continúa hablando:
“Por
eso, el autentico problema de la cultura en ‘la actualidad’ consistiría en
educar a cuantos más hombres ‘corrientes’ posibles, en el sentido en que se
llama ‘corriente”’ a una moneda. Cuanto más numerosos sean dichos hombres
corrientes, tanto más feliz será́ un pueblo -dicen. Y el objetivo de las
escuelas modernas deberá́ ser precisamente ese: hacer progresar a cada
individuo en la medida en que su naturaleza le permite llegar a ser ‘corriente’,
desarrollar a todos los individuos de tal modo, que a partir de su cantidad de
conocimiento y de saber obtengan la mayor cantidad posible de felicidad y de
ganancia. Todo el mundo deberá́ estar en condiciones de valorarse con precisión
a sí mismo, deberá́ saber cuanto puede pretender de la vida. La ‘alianza’
entre inteligencia y posesión, apoyada en esas ideas, se presenta incluso como
una exigencia moral. Según esta perspectiva, está mal vista una cultura que forme
personas, que coloque sus fines más allá́ del dinero y de la ganancia, que requiera
mucho tiempo”.
El
perroflauta motorizado piensa en esos programas/concursos ‘culturales’ donde ‘sabio’
es quien mayor cantidad de cosas/datos
posee. “Eso no quiere decir que las sepa”,
piensa el perroflauta motorizado, “saber
muchas cosas no equivale a saberlas bien, ni siquiera a saberlas”.
Nietzsche refleja en su rostro su contrariedad al oír el cántico católico de
las 12 de la mañana “Bendita y
alabada….”. No tanto por religioso, cuanto porque interrumpe su perorata.
Nietzsche parece una máquina pensante,
sin pausas y sin interludios. Por eso continúa:
“A
partir de la moral aquí́ triunfante (la moral del ganador/perdedor en medio del
mar de la competitividad) , se necesita indudablemente una educación en
consonancia, es decir, rápida, que capacite a los individuos deprisa
para meterles en la cabeza la ficción de ganar dinero, muchísimo dinero.
Se concede cultura al hombre solo en la medida en que interesa la ganancia; sin
embargo, por otro lado se le exige que llegue a esa medida. En resumen, la
humanidad tiene necesariamente un derecho a la felicidad consumista: para eso
es necesaria la cultura, ¡pero sólo para eso! De esta forma, un ciudadano se
dará por contento, aunque se sienta un desgraciado, si gana mucho dinero (o,
aún más triste, si gana más dinero que el vecino), aunque su saber sea el de un
redomado especialista obrero de una
fábrica que durante toda su vida no hace otra cosa que determinado tornillo y
determinado mango, para determinado utensilio o para determinada maquina, en lo
que indudablemente llegará a tener increíble maestría”.
El
perroflauta motorizado piensa que lo
importante es lo que ocurre no solo en el aula,, sino en la vida de los protagonistas de la educación: el
alumnado. El perroflauta motorizado visita diariamente blogs y recibe cartas
sobre una supuesta educación, donde ni una sola vez se habla del alumnado. Casi
siempre son preocupaciones corporativistas, que empiezan y acaban en el
problema concreto de un@s cuant@s. Se han hecho nuevas leyes, se han tomado medidas importantes, se ha recortado, se ha demolido un edificio para
erigir otro nuevo, pero nunca jamás se ha preguntado nada a aquellos que padecen el sistema educativo: el alumnado.
El
perroflauta motorizado está convencido de que lo más importante, a años-luz de
cualquier otra cuestión importante en el
mundo de la enseñanza, es la formación de personas libres, autónomas, críticas,
responsables, inquietas, solidarias y
combativas por el interés general, el bien común y los derechos humanos
de todos y cada uno de los seres humanos.
El perroflauta motorizado guarda en la mochila de su silla el libro de F. Nietzsche, Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas, de fácil y recomendable lectura.
El perroflauta motorizado guarda en la mochila de su silla el libro de F. Nietzsche, Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas, de fácil y recomendable lectura.
Hasta
mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.