viernes, 3 de mayo de 2013

No más cuentos, por favor





 PUBLICADO  EN EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Nos dijeron que un ratoncito nos dejaría debajo de la almohada la libertad si éramos obedientes y nos dormíamos enseguida. Y les hicimos caso. Después escribieron en un documento llamado Constitución un montón de derechos y libertades, y pensamos que al fin había llegado el día en que todos, al levantar la vista, podíamos ver una tierra donde pone Libertad, pero nos hemos hecho mayores, nos hemos quedado sin ratoncitos y llevamos tiempo tanteándonos la ropa, pues tenemos la impresión de que nos han pirateado esos derechos y libertades.
Nos aseguraron que unos personajes mágicos vendrían una noche de transición trayéndonos el regalo de que todos somos iguales ante la ley y vivimos en un país donde impera la justicia. Después nos enteramos de que los reyes son los papás y cada uno recibe regalos de muy distinto precio, pues una mano invisible dispone que los bolsillos sean diferentes unos de otros. Reclamamos entonces igualdad y justicia, y replicaron que ya no éramos ingenuos infantes y cada uno debía apechugar con lo que le había tocado. Además intentaron convencernos  de que era justo, por ejemplo, que mi amigo Toño fuese a la prisión de Zuera por robar cuatro perras en una farmacia, pero también que la infanta Cristina es inocente o que es aceptable que el Gobierno de Rajoy haya dejado en manos del Banco de España que Alfredo Sáenz pueda seguir ejerciendo como consejero delegado del Banco Santander a pesar de haber sido condenado en firme y tener antecedentes penales.
Nos contaron cuentos fascinantes, pero ahora sabemos que estamos en manos de unas megaempresas financieras y unos superpoderosos lobbies que deciden el presente y el futuro de cualquier país del mundo, incluido el nuestro. Nos creímos que nuestros parlamentarios españoles y europeos decidían y votaban pensando en el general interés y el común bien de la ciudadanía que decían representar, pero en realidad votan y deciden lo que les dicen su partido o su grupo parlamentario, una vez que sus jefes se han dejado asesorar y persuadir por las grandes empresas y lobbies a cuyos intereses y asuntos sirven.
Proclamaron el deber de trabajar y el derecho al trabajo, pero hay más de 6,2 millones de personas desempleadas; el derecho a una vivienda digna y adecuada, pero ya se han producido en España más de 400.000 desahucios; el derecho universal a la educación y a la salud, pero la educación y la salud se están convirtiendo en un lucrativo negocio en manos privadas; la aconfesionalidad del Estado, pero ese Estado parece estar a merced de obispos y ministros pertenecientes a sectas ultracatólicas; lanzaron vítores a los cuatro vientos porque ya pertenecemos a la UE, pero vivimos en una Europa donde, según datos de ATTAC España, los ricos representan el 0,6% de la población de la UE-27 (500 millones de habitantes) y su patrimonio equivale a más de la mitad (7,6 billones de euros) del PIB total de la UE (12,2 billones de euros).
Pregonan cada año el resurgir de mi tierra, y con motivo de la celebración del Día de Aragón el pasado 23 de abril, la presidenta aragonesa, Luisa Fernanda Rudi, ofreció un pacto institucional con el “centro-izquierda” (¡!) para defender el valor de la “comunidad” frente a la “multitud” y contra los embates de las mareas y otros grupos de protesta, afirmando que “no hay atajos ni hay futuro fuera de las instituciones”. Rudi nos colocaba así en un verdadero callejón sin salida, pues ateniéndonos a los hechos puros y duros, tampoco se atisba  ningún futuro dentro de las instituciones aludidas por Rudi: educación y sanidad públicas, empleo o vivienda son netos ejemplos de que la política institucional efectuada hasta ahora en Aragón, en España y en Europa del sur conducen a la ruina o a la nada.
No quiso ser menos José Ángel Biel, presidente de las Cortes de Aragón, quien afirmó que “nada es gratis” y declaró que es preferible “adelgazar” el estado de bienestar que “amputarlo”, pero su perla más vistosa fue su critica a las "mareas de todos los colores", representativas, según él, de “intereses particulares o gremiales y no del interés general”. No somos pocos los que quisiéramos saber desde qué condiciones particulares o gremiales ha dispuesto de generosos préstamos bancarios su partido, el PAR, principalmente de la CAI (nacida del mismo tronco) o su socio de gobierno, el PP, y de qué negociaciones y condonaciones posteriores han disfrutado. De hecho, precisamente sobre la base de que “nada es gratis” es lógico preguntarnos también por las posibles contrapartidas pagadas y recibidas. Sin embargo, los numerosos desahuciados hasta la fecha por la CAI no han contado con condiciones ni mucho menos similares de refinanciación o condonación de sus hipotecas. ¿Realmente somos todos iguales?
No más cuentos, por favor.







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