domingo, 12 de mayo de 2013

Partidos políticos agarrados de los cataplines



Muchos ciudadanos y ciudadanas llevamos preguntándonos desde hace tiempo por qué algunos partidos políticos suelen estar tan calladitos y apenas se salen de su cauce. Al mismo tiempo, nos vamos enterando de algunos de los préstamos que bancos y cajas les han ido concediendo, de las bondadosas negociaciones sobre tales préstamos ante posibles impagos (las pólizas pueden quedar “olvidadas en un cajón”, cosa que ni por asomo ocurre en el caso de los desahucios de muchos ciudadanos y ciudadanas de a pie), y de las subsiguientes condonaciones de esos préstamos a los partidos. Y como nada suele darse o recibirse gratis, seguimos preguntándonos qué han estado recibiendo a cambio esas entidades financieras.
Ya sabemos desde hace tiempo que los verdaderos gobernantes, más o menos en la sombra, son las grandes empresas y lobbies financieros del mundo, de tal forma que no pocos parlamentarios y gobernantes elegidos en las urnas tienen a menudo aparcados sus principios, valores e ideas políticas, para convertirse en meros gestores y administradores al servicio de los mercados financieros. Así, seguramente las políticas económicas y sociales del Gobierno de Rajoy, como las anteriores del último Rodríguez Zapatero, no son productos de algún programa o proyecto propio, sino de los dictados de los grandes poderes económicos del mundo. De hecho, no es casual que, según datos de ATTAC España, entre 2008 y 2011 la Comisión Europea aprobara 4,5 billones de euros en ayudas estatales a los bancos o que en 2011 los beneficios de la banca mundial aumentaran más que en los cinco años precedentes, bajo el principio de especular, privatizar beneficios y socializar pérdidas.
Pues bien, en este mismo contexto, no es de extrañar que ya el informe del Tribunal de Cuentas publicado en 2002 informara de que las condonaciones de la banca a los partidos desde 1993 a 2002 ascendían a 25,4 millones de euros, y el informe del Tribunal de Cuentas correspondiente a 2007  revelara que los partidos debían a los bancos 226,7 millones de euros: PSOE (59,7 millones), PP (59,2), PNV (17,1), CiU (15,9), IU (15), UDC (12), PSC (10,3), etc.
Como, de hecho, la situación era hasta 2007 alegal, parieron la ley 8/2007 sobre financiación de los partidos políticos (cocinada y concertada, claro está, entre ellos), que limitaba las condonaciones de los bancos a los partidos a 100.000 euros anuales, por lo que no deja de ser un misterio cómo iban a poder devolver así  los partidos políticos esos préstamos. Precisamente por ello, convinieron la Ley Orgánica 5/2012, que reformaba la anterior y otorgaba a las partes el derecho de condonar deudas bancarias. Es decir, todo un fulero modo más de volver a sacar el mismo conejo de la misma chistera.
Parece lógico deducir, pues, la enorme dependencia de buena parte de los partidos políticos (salvo las excepciones que sería magnífico conocer) respecto de los bancos, pues de no poder refinanciar o llegar a condonar los préstamos ya adquiridos difícilmente podrían supervivir. ¿Alguno de los partidos políticos deudores ha pagado su deuda como cualquier ciudadano? ¿Por qué el PP lanza solo botes de humo en el caso Gürtel o de Bárcenas o de los sobres y sobresueldos para sus dirigentes, aun en contra de la ley? ¿Por qué la tibieza flagrante del PSOE a este respecto?  ¿Está poniendo ya sus barbas a remojar?  A su vez, la banca está en condiciones de ejercer una decisiva influencia sobre tales partidos, que seguramente redunda en su propio beneficio y está en consonancia con sus propios intereses. ¿Por qué no ha habido hasta ahora un solo movimiento tendente a regular, controlar y someter al poder financiero español a una política impositiva y fiscal justa por parte de los dos partidos que han ido repartiéndose el gobierno desde 1982 hasta hoy?
No hace falta acudir solo a Naseiro, Correa, Gürtel, Filesa, Bárcenas, Millet, Palau de la Música o La Muela para percibir el fuerte hedor proveniente de la financiación ilegal de algunos partidos. La banca debe de tenerlos  fuertemente agarrados de los cataplines y los sucesivos Gobiernos se cuidan muy mucho de contrariar los intereses financieros de la banca en el caso, por ejemplo, de las reivindicaciones de la ILP de la PAH sobre desahucios o de una cierta regulación impositiva y control de sus operaciones financieras o especulativas. Como botón de muestra y síntoma de esta servidumbre de un partido político hacia la banca, el último consejo de ministros del gobierno socialista indultó a Alfredo Sáenz, consejero delegado del Santander, y en contra de la recomendación del Tribunal Supremo. La reciente renuncia de Sáenz no deja de ser hojarasca y anécdota en toda este zoco de intereses.
El modelo neoliberal de mundo, de sociedad y de convivencia pretende controlar en su propio beneficio a las personas, las estructuras y los engranajes del sistema de vida donde nos hemos movido hasta ahora. Es un modelo que todo lo impregna y que quiere mutar todo a su imagen y semejanza, y los poderes económicos y financieros mundiales, europeos y españoles constituyen uno de los factores más importantes en esa pretendida mutación. Pues bien, poco y mal pueden oponerse a ello ciertos partidos políticos, mientras siga uniéndoles al poder financiero el vínculo de deudor-acreedor. En cualquier caso, tales partidos políticos deberían ser al menos conscientes de que su tibia y quizá obligada postura frente a no pocos abusos y presiones de la banca redundan directamente en el malestar más elemental de la ciudadanía.


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