Leo en El País que el comisario
europeo de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión, László Ándor, ha propuesto hoy
en la inauguración de un seminario que en España haya un solo contrato laboral,
al que se le endosa inmediatamente la fórmula eufemística “contrato único
abierto”. El señor Ándor se cura en salud y afirma que su objetivo es crear
empleo y sobre todo paliar el desempleo juvenil, para lo cual no se le ocurre
otra cosa mejor que no diferenciar más entre trabajo indefinido y laboral. En
otras palabras, igual que los sufridos empresarios de nuestro país, pongamos
por caso.
Ándor lamenta además las
“dificultades en los mercados laborales” existentes en España, es decir, que no
se pueda contratar y despedir al único y exclusivo antojo del empresario de
turno, así como también la existencia aún de “un empleo excesivamente
protegido”, lo cual viene a ser una simple redundancia de lo anterior.
La sufrida patronal española, que
no defrauda ni tiene beneficios ni guarda sus dineritos en paraísos fiscales, a
no ser que incluya algunos de ellos en la amnistía fiscal de turno, quiere
patrióticamente implantar un contrato único “que, tras un periodo de prueba,
pase a ser indefinido con unas condiciones de salida pactadas en función de los
años trabajados”. O sea, lo dicho:
empleo y despido precarios y baratos. Como cuantos leemos la prensa cada día
recibimos gratuitamente un máster de ocultar tropelías y mentiras a base de
eufemismos, el señor comisario europeo de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión
intenta colarnos con otra buena dosis de vaselina el mismo mensaje: hay que
desarrollar “la formación dual, en la que se compatibiliza aprendizaje y empleo
en las empresas”.
Por si no nos ha quedado aún suficientemente
claro el mensaje a los españolitos recalcitrantes y aún poco neocons, László
Ándor nos advierte de que eso del contrato único y la reducción de las
cotizaciones empresariales son recomendaciones de la Comisión Europea, por lo
que ipso facto me pregunto para qué puñetas seguimos en la Unión Europea, pues
con esas recomendaciones nos vamos todas y todos al mismísimo carajo. Pero
Ándor, impertérrito, prosigue su discurso y afirma que la movilidad de los
jóvenes (un eufemismo más…) a otros países de la UE en busca de un empleo
"también es parte de la solución", lo cual habría que preguntárselo
ante todo a los jóvenes que se ven constreñidos a largarse de su país dado que
aquí el empleo empieza a ser buscable y medible solo mediante la nanociencia.
Por último, candoroso de mí, en un
ataque de autosadomasoquismo resolví indagar quién era ese tal László Ándor. Santa
Wikipedia me informó de que es un político y economista húngaro, que estudio en
la Karl Marx de Ciencias Económicas (poco le ha quedado de marxismo al hombre),
hoy llamada Universidad Corvinus de Budapest (Corvino fue un famoso rey húngaro
del siglo XV y Hungría una República, si bien otrora una República
Popular). Quizá para librarse de tanta
bazofia marxista, László Ándor se fue a estudiar a la universidad George
Washington, de Washington D.C. y a la universidad de Mánchester. Es también redactor
jefe de una revista trimestral “de izquierdas” Eszmélet (Conciencia) y
está considerado próximo al Partido Socialista de Hungría, de “corte
socialdemócrata”. O sea, como en España, como los de aquí, vamos.
¿Cuánta gente de ultraderecha hay metida en los altos cargos de la Unión Europea?
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