Me detuvieron el 10 de junio pasado,
acusado de “coacciones y calumnias” al Delegado del Gobierno en Aragón, don
Gustavo Alcalde Sánchez, pues en las inmediaciones de su portal, en plena vía
pública, he estado apostado cada mañana desde el uno de junio, tal como anuncié
y expliqué en mi artículo Por qué estoy cada mañana en el portal
del Delegado del Gobierno en Aragón, denunciando los recortes perpetrados en
los derechos y las libertades de la ciudadanía.
Eran las 11,30 de la
mañana, cuando llegó allí un agente de paisano y me citó para efectuar una
Declaración en la Brigada de Información de la Jefatura Superior de Policía de
Aragón, en calidad de detenido, que realicé aquella misma mañana, en compañía y
con asistencia de la excelente letrada Lourdes Barón, miembro de la Asociación
Libre de Abogados de Zaragoza (ALAZ). Como voy en silla de ruedas, el agente
sugirió que, en lugar de detenerme en plena calle y subirme costosamente a un
furgón policial, tomase un taxi adaptado para llegar por mi cuenta a las
dependencias policiales. Posteriormente, se me hizo una minuciosa ficha
policial en la Brigada Científica (muchas huellas distintas, características
anatómicas, rasgos diferenciales, cicatrices, etc.). Finalmente me vi de nuevo en la calle,
libre, sin comer y con un cierto aturdimiento en mi cabeza, aunque con la obligación de comparecer ante el juez siempre que se
me requiera.
Dicen que a
veces crecen los enanos en el circo y, de igual forma, me citaron oficialmente a
los dos días para declarar en el Juzgado de Guardia de Zaragoza en relación con
la antedicha querella presentada por el Delegado del Gobierno en Aragón por
coacciones y calumnias, y a los efectos también de resolver sobre la medida
cautelar solicitada por el Ministerio Fiscal sobre una posible orden de
alejamiento de mi persona respecto del Delegado del Gobierno en Aragón. Y así
fue: alrededor de las 20 horas de aquella misma tarde, amenazando tormenta y
pedrisco, me comunicaron lo siguiente:
“Prohibir a ANTONIO ÁNGEL ARAMAYONA ALONSO
acercarse a la persona de GUSTAVO ALCALDE SÁNCHEZ, su domicilio y lugar de
trabajo, así como de cualquier otro en que se halle en un radio de 200 metros.
La presente medida tendrá duración hasta la finalización de la de la presente
instrucción.
Ofíciese a la Guardia Civil, así como a la Policía
Local y Policía Judicial para el efectivo cumplimiento de esta
medida”.
Me abstengo de valorar o siquiera comentar esta
medida. Baste señalar, una vez analizados los sectores del mapa del centro de
Zaragoza, con 200 metros de radio o más, en cuyo punto central están el
domicilio del Delegado y la propia Delegación del Gobierno, que debo abstenerme
de pisar una buena parte del centro histórico de Zaragoza, con muchos de sus
edificios artísticos e institucionales, so pena de una sanción de entre 12 y 24
meses.
Como he acatado y sigo acatando la orden de
alejamiento, a cuatrocientos metros del domicilio del Delegado del Gobierno y a
más de trescientos metros de la Delegación del Gobierno de España en Aragón estoy, de momento, a partir del día siguiente en
la céntrica Plaza de España de Zaragoza denunciando los recortes en derechos y
libertades y explicando que estoy allí en cumplimiento de una orden de
alejamiento de la persona, del domicilio y del lugar de trabajo del Delegado
del Gobierno en Aragón.
Ciento veinte minutos diarios, viendo
pasar únicamente personas y vehículos, dan para pensar mucho. Me acusan de “coacciones”,
pero –me digo a mí mismo- realmente, me costaría mucho coaccionar
a alguien, sobre todo porque el Diccionario de la RAE dice que coaccionar es “1. Fuerza o
violencia que se hace a alguien para obligarlo a que diga o ejecute algo; 2.
Poder legítimo del derecho para imponer su cumplimiento o prevalecer sobre su
infracción)”. En su primera acepción incluso carezco de fuerza suficiente para
ello; en la segunda acepción, estoy en las antípodas del mundo de cualquier
poder, por muy legítimo que sea.
¿Y
calumniar? (RAE: 1. Acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño; 2.
Imputación de un delito hecha a sabiendas de su falsedad). En aquel portal del
Delegado, en las dependencias policiales donde estive detenido y actualmente en
plena plaza de España de Zaragoza doy
vueltas y vueltas también a ese significado de “calumnia”, llegando siempre a
la misma conclusión: de haber un coaccionado y/o calumniado hasta la fecha, ese
soy yo.
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