Hoy escribo por la mañana, antes de
dirigirme a la Puerta Cinegia en Plaza España de Zaragoza, con el objetivo de
denunciar un día más los recortes en los derechos y las libertades de la
ciudanía, en cumplimiento de los 200 metros de alejamiento del domicilio, del
lugar de trabajo y de la persona del Delegado del Gobierno de España en Aragón.
Tras estar allí, tomaré un tren hasta Madrid para
asistir a la presentación al día siguiente del TFM de mi hija Begoña en la
Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. He tenido ocasión
de leer ese TFM y doy fe, sin pasión de padre, de que es un trabajo enorme, hermoso
y clarificador del fenómeno de la “gentrificación”, o la desapropiación y desplazamiento
en centros urbanos, desde la perspectiva de la Psicología Socio-Ambiental y
Comunitaria.
Mañana asistiré a tal
presentación y mi alma volará por los espacios siderales, cruzará galaxias,
traspasará todas las estrellas del universo. Parece una exageración, pero así
será y así me sentiré. Abriré los brazos y todos los elementos y fuerzas de la
naturaleza formarán parte de cada latido, sonido, sabor de esa mañana.
Por la tarde volveré a
Zaragoza. El miércoles volveré a donde quiero y donde debo: Puerta Cinegia, en
plaza España de Zaragoza.
Creo que pocas melodías
sintonizan hoy tanto conmigo como este Adagio Assai del concierto para piano en
G (sol mayor) de Maurice Ravel.
Hasta siempre
Que disfrutes de la jornada, Antonio.Un abrazo.
ResponderEliminarSi cabeza y corazón se contradijeran, el corazón acabaría decidiendo. La pobre cabeza cede siempre, porque es la más prudente.
ResponderEliminarUn saludo cordial.