PUBLICADO HOY EN ELDIARIO.ES ARAGÓN
“La calle es mía”, dijo el por
entonces vicepresidente y ministro de Gobernación Manuel Fraga Iribarne, cuando
los sindicatos y partidos políticos de izquierda osaron en 1976 celebrar en la
calle el primer 1º de Mayo después de la muerte de Franco. En septiembre de
aquel mismo año Fraga funda Alianza Popular, que en 1989 se transformó en
Partido Popular, hoy presidido por Mariano Rajoy.
Fraga no inventó nada, sino solo se
limitó a remachar un hecho que llevaba siglos vigente y bien enhiesto, según el
cual la libertad fuera de los cauces de la derechona se transforma en
libertinaje y el pueblo que reclama pan, tierra, igualdad y libertad queda
relegado a las porquerizas del populacho. La gente de orden de
toda la vida se cree poseedora por derecho de los medios de comunicación, los bancos,
los escaños, los protocolos, las calles, los tribunales, las ideas, los lenguajes,
las libertades, las modas, los barrios… Para esa gente lo que está ocurriendo
es dramático: con lo pulcro y ordenado que ha estado siempre todo, ahora hay
gente a su lado que parece tener caspa y parásitos de la falta de
urbanidad de toda la vida y del pensamiento libre, mutado en librepensamiento,
que a su vez fue quemado por los siglos de los siglos en la hoguera de la
blasfemia.
Esta derechona cree estar en posesión del agua y
por eso la privatiza en beneficio propio; en posesión del aire y del medio
ambiente y por eso le importan un higo la contaminación, el calentamiento
global o el posible cambio climático; en posesión del sol y la energía, y por
eso prohíbe o grava hasta lo absurdo el aprovechamiento limpio de la energía
del sol, del agua y del aire.
Desde 1939 ha cuidado por cualquier medio de la
ortodoxia, la acumulación de la riqueza, la privación completa de cualquier
derecho y libertad, la aniquilación de cualquier disidencia. Desde 1975 la
derechona ha hecho muy a menudo de su capa un sayo, bajo la coartada del
bipartidismo, la defensa de la democracia y la lucha contra el terrorismo. Incluso
nos cree tan idiotas que defiende que para salvar a España el mejor modelo de
Jefatura del Estado es contemplar pasivamente como un hijo sucede a su padre
por mor de la sangre y del orden hereditario. Por esa misma razón, afirma
sarcásticamente la independencia del poder judicial o los derechos
fundamentales y las libertades públicas de la ciudadanía, o que España es un “Estado social y democrático de Derecho, que
propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la
justicia, la igualdad y el pluralismo político” o que “la soberanía nacional
reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado” (art. 1 de
la Constitución Española).
La derechona nunca tiene bastante, jamás se
da por satisfecha. Entra en la intimidad de las familias para privarlas de
vivienda, de trabajo, de becas para que sus hijos estudien, coman o tengan
material escolar, de asistencia sanitaria digna, universal y de calidad. Se
cuela en sus cocinas y dormitorios, donde abundan las noches de desvelo y
angustia. Pero la derechona sanciona, detiene, dicta órdenes de alejamiento si
algún miserable perroflauta motorizado se planta en plena vía pública, en las
inmediaciones del portal de algún domicilio suyo, denunciando los recortes
inhumanos en los derechos y las libertades del pueblo.
La derechona canta con orgullo y pasión su
glorioso himno: “¿Dónde está la bolita?”, pues, se ponga como se ponga, está
compuesta en buena parte de estafadores y trileros desde Leovigildo y Recaredo,
desde la batalla de Clavijo y la Guerra de Independencia contra el francés,
desde Isabel y Fernando y el Glorioso Alzamiento Nacional.
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