Mientras la Encuesta de Población Activa (EPA) daba a conocer que en
nuestro país la tasa de desempleo ha alcanzado en 2012 el 26,02% (5.965.400 parados), Ministros del Gobierno de
Mariano Rajoy y representantes del
empresariado han acudido solícitos a convencernos de que debemos creer, como
buenos ciudadanos, que la botella sigue medio llena.
Así, el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, tras reconocer que
“no es un buen dato”, aseguraba que la
reforma laboral está empezando a dar sus frutos, lo cual es una verdad como un
templo, una vez que el ministro nos aclare qué entiende él por “fruto”. No
obstante, Cañete, previendo la objeción, lo explica raudo: con la reforma
laboral "se está frenando el proceso de destrucción de empleo", lo
cual, además de ser contrario a los datos constatables, solo es verificable o
falsable si previamente queda determinado dónde podemos observar ese supuesto
proceso inexistente y su presumible tasa potencial de destrucción de empleo. En
otras palabras, Cañete nos habla del poder destructor de un proceso que no ha
existido ni existe desde hace un año al margen del proceso de destrucción de
empleo causado por la reforma laboral del PP, ya que solo podemos verificar o
falsar fehacientemente el potencial de destrucción de empleo de la actual
reforma laboral, lamentablemente vigente desde hace un año.
En cualquier caso, el ministro Cañete está cargado de razón cuando, al
defender la reforma laboral de su Gobierno, añade que “hay más flexibilidad” para que trabajadores y
empresarios puedan “regular sus relaciones laborales” (es decir, más manos
libres para despedir fácil y barato, por un contrato basura, un salario basura y
un horario basura).
Como los amigos y compinches están también para eso, el presidente de la
Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme), Jesús
Terciado, acudió igualmente a avalar el argumentario del PP e insistir en los mismos razonamientos: tras
afirmar que la reforma laboral está teniendo "efectos positivos"
sobre el mercado de trabajo, añade que
la “flexibilización de las condiciones de trabajo” (¡menudo eufemismo!) permite que “la caída de la ocupación (…) no
fuera de mayor envergadura”. Es decir, Terciado viene a decir que la pérdida real
de una mano y un ojo es preferible a la pérdida de dos manos, una pierna y dos
ojos, lo cual sencillamente, además de una falacia lógica, constituye una mera
boutade.
Para más inri, el viernes, 25 de enero de 2013 la ministra de Empleo,
Fátima Báñez, volvía a recitar el mismo mantra del mismo argumentario del PP:
la reforma laboral ha servido para que decrezca el ritmo de destrucción de
empleo (lo asegura con suma tranquilidad, pero no dimite ni tampoco al menos
abandona la sala).
En otras palabras, finalmente te lo crees o no te lo crees: es cuestión de fe, que según el diccionario
de la RAE, es “creencia que
se da a algo por la autoridad de quien lo dice”. Analícese entonces, en primer
lugar, la autoridad de Cañete, Terciado o Báñez y después, decídase qué grado
de confianza merecen, qué hacer con sus pseudoargumentos y qué hacer con los argumentantes
mismos.
El mundo del empresario es bastante incomprendido y la verdad como no se enseña en las escuelas se piensa que son explotadores y abusivos con los empleados, pero la verdad es que para ser empresario se necesita tener una serie de buenas cualidades que no las tiene cualquiera.
ResponderEliminarEn un artículo que escribí hace poco, detallo las 10 diferencias entre un verdadero empresario y una persona que sueña con hacer una empresa.