El Gobierno gallego ha aumentado el dinero destinado a pagar al profesorado de religión (27,7 millones de
euros, cantidad equivalente a la partida destinada –y recortada- a los
comedores escolares de la Comunidad). De hecho, hace unos años, el Estado español
ya destinaba 517 millones de euros a pagar a los profesores de religión de todo
el Estado. Hay recortes presupuestarios explícitos, implícitos, abiertos,
alevosos, perpetrados con nocturnidad, etc., pero la Santa Iglesia Católica
Apostólica y Romana (SICAR) no ha visto recortado, sino aumentado en algunas
partidas, el dinero que todos y todas pagamos para su sustento y sostenimiento.
Hay seis millones de parados y una recesión económica ciclópea, que paga
la ciudadanía, pía y creyente o indiferente y descreída, a base de austeridad y
recortes a destajo. Sin embargo, la SICAR –como su reino no es de este mundo-
permanece incólume sobre su destino en lo universal: no sufre recortes y sigue
recibiendo los dineros que el Concordato de 1953, los Acuerdos de 1979 y la
flojera mental de ZP en su segundo mandato le van entregando cada año, libre de
impuestos (más de diez mil millones de euros anuales). Por si fuera poco, el
Gobierno gallego incrementa el presupuesto para profesorado de religión, así
como también las subvenciones a la FP privada-concertada, incluidos los centros
que segregan por sexo (léase Opus Dei y Cía.).
(A propósito de “mi reino no es de este mundo”: ¿llegará el día en que
la SICAR ose decir, en su destreza camaleónica, “mi república no es de este
mundo” o “viva Cristo, presidente de la República”, en lugar de “Viva Cristo
Rey? ¿Los dioses son ontológicamente monárquicos?).
Ya lo dijo Marx y lo decimos además muchos otros: la religión es una
ideología sumamente eficaz para apoyar y justificar un sistema económico y
social en el que la mayoría de la gente, el pueblo, lleva las de perder. Como
el reino verdadero no es este mundo la gente debe asumir que no importa sufrir
aquí y ahora con tal de disfrutar a cambio del reino de los cielos, que
–obviamente- no es este mundo, pues no resulta accesible ni siquiera por avión
o por nave espacial.
“Da igual que veas, hijo mío,
cómo una minoría de hermanos tuyos se lo pasan en grande también en este valle
de lagrimas; tú, aguanta, que llegará tu recompensa”. Pero como el mensaje puede colar poco y mal,
es necesario que ya desde la más tierna infancia haya muchos profesores y
profesoras de religión y muchas horas de clase de religión en la escuela, pagados
con el dinero de los que tienen y de los que no tienen. Y como hay quienes no
garantizan la impartición fiel de la sagrada doctrina, que sea entonces el dedo
del señor obispo de cada lugar el que dictamine cada año en exclusiva quiénes
son los adecuados para enseñar creencias religiosas, en lugar de saberes
racionales y científicos, en los centros de enseñanza.
Dicen los obispos de la SICAR que el país va mal por la ola de laicismo
que nos asola y por la falta de fe en las familias. Y los señores del Gobierno
popular y asesores varios (muchos de ellos fervientes creyentes y supernumerarios)
les dan la razón: hay que creer sin ver, asentir en razón de la autoridad de
quien lo dice, acallar a la soberbia razón y
prosternarse ante los representantes del dios de los señores del dinero
y de la guerra. Dice Guindos: “Acabamos de saber que hay seis millones de
parados, pero en verdad os digo que en junio la economía española empezará a crecer y crearemos muchos puestos de
trabajo”, y los ciudadanos, cultivado su intelecto rectamente en la sana
doctrina gracias a las clases de religión recibidas en la escuela, asienten,
aunque no comprendan un carajo. “Si sois
hoy austeros, mañana todo retornará a su sitio”, predica Rajoy. Y los fieles
seguidores de la sagrada doctrina, creen sin ver (lo cual tiene mucho mérito,
hay que reconocerlo).
Feijoo ha indicado el camino a seguir, y los demás Presidentes de
Comunidades Autónomas no descansan ya, llevados por el anhelo de secundar su
ejemplo.
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