miércoles, 4 de diciembre de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 134


Nada más levantarse, el perroflauta motorizado puso a un volumen discreto, para no molestar a los vecinos, Rockin Good Way, con Brook Benton y Dinah Washington.
Mientras desayunaba, Mairena iba leyendo las noticias del día, riendo a veces, otras veces denostando del Informe Pisa sobre España. Particular estupor le causaba la noticia de que España mejora discretamente en Ciencias, Compresión Lectora y Matemáticas, aunque, al parecer, está aún por debajo de la media de la OCDE, y muy por debajo de algunos países asiáticos que encabezaban la lista (por ejemplo, Corea del Sur está a la cabeza de los países ejemplares, según Pisa, aunque el Informe nada dice  de que allí ha aumentado considerablemente el número de suicidios infantiles y juveniles por causas escolares y de bajo rendimiento).  
Me cabrea cada vez más el uso manipulador y artero que se hace del lenguaje.”, comentaba  Juan de Mairena en la cocina, “A la desigualdad  entre territorios y alumnado según mayor o menor renta de las familias lo llaman ‘equidad’. ¡Equidad, Antonio! ¿Has oído bien? ¡Equidad! Se acabó eso de  la igualdad. ¡’Libertad, equidad y fraternidad!’”. 

El informe Pisa”, siguió leyendo Mairena, “señala que los alumnos españoles con más renta aventajan en 34 puntos en Matemáticas a quienes pertenecen a familias desfavorecidas, una brecha ya existente pero que se ha incrementado en 6 puntos en una década. Aumenta la desigualdad educativa por razones socioeconómicas, pero también por género (se incrementa en 7 puntos la diferencia de rendimiento a favor de los chicos en Matemáticas) y también entre no repetidores y repetidores (los primeros obtienen 102 puntos más en las pruebas que quienes han repetido curso. ¡Que pena me da el Informe Pisa!”.
“He leído” apuntó el perroflauta motorizado, “que hace años tenías proyectado fundar una Escuela Popular de Sabiduría”.
”, confirmó Mairena mientras ayudaba a ponerse el gorro y la bufanda al perroflauta motorizado, “pero renuncié a este propósito cuando murió mi maestro, Abel Martín, a quien destinaba la cátedra de Poética y de Metafísica. Yo me reservaba la cátedra de Sofística. La quise llamar Escuela Popular de Sabiduría Superior. Y repara bien, Antonio, en que lo superior no sería la escuela, sino la sabiduría que en ella se alcanzase. Conviene distinguir. Porque nosotros no decimos: ‘Buena es para el pueblo la sabiduría’, como dicen: ‘Buena es para el pueblo la religión’ los que no creen ya en ella. Estos, al fin, dan lo que desprecian, y nosotros daríamos lo que más veneramos: un saber de primera calidad”.
Mairena no cesaba de hablar en el autobús, camino de la  avenida de César Augusto–Morería, donde bajaba siempre el perroflauta motorizado. Suena el móvil. Un whatAapp de Begoña: “Buenos días, papi. ¿Cómo va Mairena?”. El perroflauta motorizado se sonrió en sus adentros al comprobar la sincronía que hay entre padre e hija. Mairena continuaba hablando en la calle Coso, frente a la Audiencia Provincial: 
 Institución Libre de Enseñanza
Es lástima que sean siempre los mejores propósitos aquellos que se malogran, mientras prosperan las ‘ideícas’ de los tontos, arbitristas y revolvedores de la peor especie. Tenemos un pueblo maravillosamente dotado para la sabiduría, en el mejor sentido de la palabra: un pueblo a quien no acaba de entontecer una clase media, entontecida a su vez por la indigencia científica de nuestras Universidades y por el pragmatismo eclesiástico, enemigo siempre de las altas actividades del espíritu. Nos empeñamos en que este pueblo aprenda a leer, sin decirle para qué y sin reparar en que él sabe muy bien lo poco que nosotros leemos. Pensamos, además, que ha de agradecernos esas escuelas prácticas donde puede aprender la manera más científica y económica de aserrar un tablón. Y creemos inocentemente que se reiría en nuestras barbas si le hablásemos de Platón. Grave error. De Platón no se ríen más que los señoritos, en el mal sentido -si alguno hay bueno- de la palabra”.
Concreta algo más tu propuesta de Escuela Popular de Sabiduría”, invitó el perroflauta motorizado a Mairena, aun temiendo que le llovieran reproches por no respetar el hilo del discurso emprendido. Mairena lo miró durante unos segundos, asintió con la cabeza  y prosiguió, ya en el portal de la Consejera aragonesa de Educación: 
Esta escuela tendría éxito en España, a condición -claro es- de que hubiese maestros capaces de mantenerla, y muy especialmente allí donde el ser humano no se ha degradado todavía por el culto perverso al trabajo, quiero decir por el afán de adquirir, a cambio de la fatiga muscular, dinero para comprar placeres y satisfacciones materiales.  Necesitamos sobre todo un hombre extraordinario, algo más que un buen ejemplar de nuestra especie; pero de ningún modo un maestro a la manera de Zaratustra, cuya insolencia ético-biológica nosotros no podríamos soportar más de ocho días. De nuestra escuela no habría de salir tampoco una nueva escolástica, la cual supone una Iglesia y un Poder político más o menos acordes en defender y abrigar un dogma, con su tabú correspondiente, sino todo lo contrario. Nuestro hombre no tendría nada de sacerdote, ni de sacrificador, ni de catequista, como sus alumnos nada de sectarios, ni de feligreses, ni siquiera de catecúmenos.. Porque la finalidad de nuestra escuela consistiría en revelar al pueblo, quiero decir al hombre de nuestra tierra, todo el radio de su posible actividad pensante, toda la enorme zona de su espíritu que puede ser iluminada y, consiguientemente, oscurecida; en enseñarle a repensar lo pensado, a saber críticamente  lo sabido y a dudar de su propia duda, que es el único modo de empezar a creer en algo. Sobre el plan, la orientación, el método y aun los programas de esa posible Escuela de Sabiduría, ya hablaremos en otra ocasión”.
Allí se acabaron las explicaciones de Mairena. Marisol llegó al cabo de un rato y volvió sobre sus pasos para comprar en Natura de la calle Alfonso un gorro parecido al que se acababa de comprar por 6,90 el perroflauta motorizado. Poco después llegó Adrián, que está dando ya sus primeros pasos en la tesis doctoral  de filosofía sobre el  pensamiento cínico desde Sócrates hasta nuestros días.

Hasta mañana. 

Tema de la película El Tercer Hombre, interpretado por Anton Karas.



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