Diario de un perroflauta motorizado, 11

Jornada relativamente tranquila. Algunos se detienen, leen y sacan fotos, sin dar explicaciones. Alguno, en cambio, pide antes permiso. Otros dan ánimos, se declaran lectores y seguidores de mis artículos. Casi todos hacen auto de fe ante mí de su amor por la escuela pública y su indignación por los recortes.

Un periodista de una agencia informativa de Aragón saca unas fotos y me hace una entrevista. Creo que quería algún buen titular, pero creo que no se lo he dado.

Un profesor interino de Híjar leyó ayer este Diario y se acerca a saludarme. No sabe si tendrá trabajo el próximo curso, pero sí sabe que ya no cobrará en el verano, pues la Administración rescinde el contrato laboral con el profesorado interino en cuanto acaba el curso escolar. Luis, así se llama, se queja amargamente de que el profesorado de religión, designado a dedo por el obispo, sin oposiciones, cobra todo el año y su sueldo es homologable al resto del profesorado fijo.

Una compañera de Stop Desahucios se queda un rato conmigo y me cuenta la historia horripilante de su vida actual. Me quedo estupefacto y sin palabras. Es una verdadera heroína esa mujer con dos hijas a su cargo. Solo un dato: se levanta a las 4,30 de la mañana y trabaja catorce horas diarias. Apenas, sin embargo, le queda algo para vivir.

Un nutrido grupo de chavales de Huesca se arremolina a mi alrededor. Están de “salida programada” y se dirigen al Museo Pablo Gargallo. Mi buen amigo y colega Ángel, profe de matemáticas, y María Jesús los acompañan. Les explico brevemente por qué estoy allí. La cosa acaba con unos buenos gritos de los chavales Escuela pública, SÍ, Recortes, NO.

Hoy he deseado buen fin de semana al encargado de la limpieza de la calle, al cartero y a la chica de una tienda colindante. Nos vamos haciendo habituales con los días. Pasa despacio un coche de policía nacional y les saludo con la mano. Los dos policías ríen abiertamente.

Hasta el lunes no vuelvo.