Jornada de lluvia intermitente.
Dificultad a veces para conciliar carteles y paraguas. La cosa ha quedado más o
menos así…
F. T. ha estado un buen rato
conmigo, contándome sus últimos proyectos de investigaciones y publicaciones.
Ya en los sesenta pasó uno cuantos años en las cárceles franquistas con
personas ya legendarias en la historia del PCE.
Lluvia y casi frío. Lo he
combatido repartiendo octavillas a troche y moche.
Hoy los policías motorizados no
han saludado al perroflauta motorizado; eran otros y no estaban para saludos.
Un grupo de muchachos y muchachas
han pasado, riendo. Al leer el cartel “Escuela pública, sí”, han respondido que
estudian en un colegio privado religioso. “Es superable, no os preocupéis”, he
dicho a mi vez. Y hemos reído todos.
La Consejera dormía… No sé si en
su casa o en su consejería, pero duerme y duerme. Mientras, el mundo de la educación
va como va.
Me he dado quince minutos de
vacaciones: a las 12,15, sin hacer ruido para no despertarla, he ido a cortarme
el pelo y comer con una buena amiga.
“Tarde lluviosa en gris cansado.
Y sigue el caminar…” (Lorca)
Hasta mañana
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