lunes, 17 de junio de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 12

Comienza la tercera semana. Tras pasar una noche algo toledana por motivos de salud, finalmente la jornada ha resultado tranquila. Dispuestos mis carteles y mi camiseta, la hora y media de cada mañana ante el portal de la Consejera de Educación ha resultado plácida, algo plomiza también como el tiempo.
Formo parte ya del decorado habitual de la calle Alfonso. Nos damos los buenos días el cartero, el hombre del servicio de limpieza, la dependienta, el vendedor de lotería, los inquilinos del portal que salen y entran (casi todos mirándome con algo de fastidio y desconfianza).  Se acercan y hablan un rato conmigo quienes están de acuerdo con mi presencia y el mensaje de los carteles, unos pocos espetan reproches y reivindican la escuela que cada uno quiera (se refieren a la escuela privada y concertada), el cheque escolar, la LOMCE, etc. Algunos animan, otros me cuentan sus problemas, otros siguen sacando fotos, especialmente los relacionados con familiares perjudicados por los recortes en educación y profesorado.
Formo parte del decorado y reflexiono sobre ellos durante un buen rato. El ser humano se habitúa a todo, especialmente a contemplar algo que le concierne directamente como si no le concerniera. El ser humano es capaz de hacerse con una gruesa y dura concha, que le protege de la intemperie de la vida real y concreta. Me gustaría en esos momentos decírselo a alguien, recibir un email que me comunicara que otra persona está ante el portal de la Presidenta del Gobierno aragonés en Gran Vía. El perroflauta piensa y piensa, siente y siente, mientras su perro le lame una mano que pasa por los agujeros de su flauta tocando torpemente (le faltan dos falanges de esa mano) We shall overcome some day.
Caen pequeñas gotas de lluvia hacia las doce. A las doce y media el coche de policía de siempre pasa por su lado. El perroflauta saluda con su mano y los dos policías vuelven a reír y saludan, a su vez, con la mano. Mientras recoge, el coche de la policía queda quieto a unos diez metros de distancia. El perroflauta sube la calle Alfonso, ve al vendedor de lotería (ha sido profesor en un instituto, pero ahora está en el paro y vende lotería), se para a charlar un momento con él, y observa que el coche policial ha dado la vuelta y está a escasos metros de distancia. Se detiene a su vera, el policía baja la ventanilla, y saluda de nuevo.
Me dicen que “están conmigo”, con mi gesto de cada día, que están de acuerdo con mi reivindicación. Uno de ellos me cuenta que no podría ser de otra forma, pues su novia es profe de música, y el otro confirma una y otra vez su acuerdo conmigo. El perroflauta es parte del decorado, cae bien, suscita simpatías. Los policías me piden el nombre y les proporciono una tarjeta con todos mis datos. Quieren saber mi año de nacimiento. Pero no me piden el DNI, no me identifican formalmente, al igual que los dos policías de paisano del jueves pasado. Mientras no seamos más de 20 no hay problema, me advierten.
Mientras vuelvo a casa, me acarician una lluvia fina y también la idea de que un día lleguemos a juntarnos allí 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20…. personas.

4 comentarios:

  1. Alguna mañana de estas intentaré acompañarte. La semana que viene habrá plebiscito ciudadano y estoy dedicando parte de mi mucho tiempo libre a movilizar la causa.
    #GobiernoDimision #JaqueAlRegimen #NoEsUnaCrisisEsUnaEstafaCriminal

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  2. ¡No queremos noches toledanas! Te deseo que estés como una rosa, este perro flauta es como un mastín del pirineo.
    Un abrazo no sabes como de fuerte
    Carmina

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    1. Eres grande, compañera. Como el abrazo que te mando

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