Bien forrado para que el viento y el frío
no se apoderasen de él, el perroflauta motorizado estaba escuchando Creep interpretado por Radiohead y alisando aún el viejo cartel en
el portal de la Consejera, cuando un coche de la policía ha pasado frente a él
muy despacio, y ambos policías, conductor y acompañante, le han saludado,
dándole manifiestamente los buenos días. El perroflauta motorizado ha saludado también y no daba crédito
a lo que estaba sucediendo, recordando lo acontecido pocos días antes.
A los cinco minutos, llegaba un hombre de
paisano de treinta y tantos años, saludaba también al perroflauta motorizado y
se presentaba, más o menos, como el encargado o gestor o responsable de la
“Policía Adscrita” (según ha explicado, la policía, de paisano, que se da conocer en sus coches
como “Policía de Aragón”) para los casos de alteración del orden, escraches,
etc. análogos al del perroflauta motorizado. Aquel policía conocía bien los
datos relativos al perroflauta motorizado: cuánto tiempo llevaba allí, lo
ocurrido el miércoles de la semana pasada, la denuncia derivada de aquel mismo
día, los motivos, etc. Preguntaba, pero el perroflauta motorizado sobre todo
percibió que ante todo le reconvenía y le advertía. De hecho, le comunicó que iba a
informar a “sus superiores” del hecho e iba a consultarles la legalidad o
ilegalidad de que el perroflauta motorizado estuviese allí. La semana siguiente
le comunicaría las órdenes recibidas y si podría permanecer allí o irse, por
ejemplo, con el cartel ”unos cincuenta metros” del portal. El perroflauta
motorizado ha dado las gracias por la información y por el tono y el clima de
la conversación, a la vez que le ha informado de que, sean cuales fueren las
órdenes que el policía pudiere recibir, él no se iba a mover de allí. Preguntado
también sobre hasta qué hora iba a permanecer allí, el perroflauta motorizado
ha informado de que seguramente, a partir de la fecha, estaría hasta las 13
horas, pues las condiciones climáticas y meteorológicas así lo aconsejaban para
evitar el frío en cierta medida. Se han despedido educada y cortésmente.
Una mujer pide cada mañana a los
viandantes de la calle Alfonso comida; no dinero, no; solo comida. Lleva un
brazo en cabestrillo, viste normalmente y su físico ha sucumbido bastante al
deterioro. Al final de la mañana suele volver con alguna barra de pan y alguna
bolsa con viandas que alguna persona le habrá comprado. Regularmente, se pone frente al perroflauta motorizado, y le
pregunta qué tal está y qué tal ha ido el día, a la vez que el perroflauta
motorizado se interesa igualmente por ella. Ayer ella le pidió permiso para darle dos besos. Fueron
dos besos extraños, que le llegaron al perroflauta motorizado a recovecos
recónditos de su alma. Aquellos besos fueron el mejor regalo que el perroflauta
motorizado recibió ayer. Aún los lleva consigo.
Hoy Noemí ha estado en el portal con el
perroflauta motorizado desde poco después de la entrevista del perroflauta
motorizado con el policía. Marisol ha venido con espléndidas noticias sobre
Irene. Al final de la mañana, Paquita también ha estado allí. Cuando nos
íbamos, Noé ha tenido tiempo aún de saludarnos.
Hoy, a las 12, en lugar del Bendita y
Alabada de cada mediodía, el perroflauta motorizado ha escuchado que salía desde las
entrañas mismas de la ciudad el mensaje de que nunca estás solo, que aguantes,
que cuentes siempre con los amigos, que puede que estés pasándolo mal (todos
lo pasan a veces mal), pero que hay que seguir, a pesar de los pesares,
apoyado en lo que encuentres, pero seguir, siempre, seguir. ¡Ánimo, Ana! Todo parecía indicar que cantaba R.E.M.
Hasta mañana
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.