Publicado hoy en El Periódico de Aragón
Una mujer de mediana edad se detiene una mañana ante el
perroflauta motorizado que canta y canta sin cesar ante el balcón de la
Consejera aragonesa de Educación. Tiene la nariz y la cara ostensiblemente
magulladas, y se presenta como una mujer maltratada, con un 50% de minusvalía
física, 420 euros al mes y una niña de once años, para la que le han denegado
la beca de comedor. Sus ojos desbordan ira e indignación, pero no pasa nada.
Los viandantes siguen desfilando, indiferentes, por la zaragozana calle Alfonso
I y los cantos del perroflauta motorizado se pierden en el vacío, el mismo vacío
que flota en las salas del Pignatelli y de la Moncloa, en las aletargadas almas
de nuestros gobernantes.
Repite y repite hasta la arcada el ministro de Hacienda y
Administraciones Públicas, Cristóbal
Montoro, una indiscutible verdad social y económica: hemos alcanzado la
etapa de la recuperación. Algunos ciudadanos se molestan y protestan por ello,
pero Montoro tiene razón, aunque calle quiénes son los que realmente se están
recuperando: los ricos, las grandes empresas, la banca omnipotente, los
especuladores sin límite son los que se están recuperando (en realidad, nunca
han dejado de estar en el estado que más les conviene). El pueblo se va al
carajo cada día un poquito más, pero eso no importa: el poder del rico y del
privilegiado ha alcanzado sus últimos objetivos socioeconómicos y su
recuperación ha llegado. Unos pocos comen diez miel pollos al día, así que
dicen las estadísticas que en España nos estamos recuperando, pues nos va a
tocar pronto un pollo por habitante.
La deuda pública española roza el billón (doce ceros) de
euros, un hecho que hace añicos el supuesto gubernamental de que reduciendo el
déficit se frena la demoledora marcha de la deuda. Se desmorona este país, cuyo
Gobierno ha presupuestado el pago de 38.600 millones de euros solo para abonar
los intereses generados por la deuda. 100 millones al día. Cada ciudadana y
cada ciudadano deben 21.739 euros en deuda pública, 858 euros solo de
intereses. En román paladino, el pueblo está costeando los pufos, las estafas y
los engaños de los mangantes que generaron esta crisis y esta ruina.
Los poderes políticos están subordinados y al servicio de
los poderes económicos; por eso han urdido un plan que asfixia y mata el
presente y el futuro de la gente que habita cada vez más en los estratos
inferiores de la sociedad. ¿Que hay
bancos en dificultades? Organícese entonces un rescate bancario a costa de los
contribuyentes. El sistema bancario no tolera perder ni en pintura ni que
alguien pretenda meter en él sus narices, salvo que se rescaten sus puercas
trampas con dinero público, sometiendo a la ciudadanía al mayor empobrecimiento
de los últimos cuarenta años. Lo llaman “austeridad” y “hacer lo que Dios
manda”, pero el único rótulo que han dejado a la vista es “sálvese quien
pueda”: se salvan ellos, la casta rica y privilegiada que aplica desde hace
siglos la única política que conoce, la política de “tierra quemada”, al
servicio exclusivo de sus intereses y de espaldas al pueblo.
Es el pueblo el que carga con las
multimillonarias pérdidas del sector financiero, por mucho que el poder intente
ocultarlo inventado artilugios esotéricos para perpetrar la estafa: Fondo de
Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), Sociedad de
Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (SAREB)...
Simultáneamente, el volumen de la deuda pública aumenta sin parar, en una
aceleración durante el Gobierno de Rajoy sin parangón en nuestra historia
formalmente democrática. Total, da
igual: la va a pagar el pueblo.
La era de la recuperación de
Montoro ha venido, la Era Acuario del Partido Popular ha llegado. A base de
privatización y de gangas, están demoliendo a golpe de mandíbula de las termitas
neoliberales la sanidad pública, la escuela pública, los derechos laborales y
cívicos fundamentales, el empleo digno y estable, el poder adquisitivo de las
pensiones (la reforma de las pensiones propuesta por el PP, supone una
merma para los pensionistas de 33.000 millones hasta 2022), la ayuda al
dependiente, la igualdad en derechos y obligaciones.
Con la recuperación anunciada por
el profeta Montoro, el pago de la deuda es cada vez más insostenible, la
ciudadanía española es cada vez más pobre, el puesto de trabajo (digno e
indigno) se convierte cada vez más en un
artículo de lujo, el consumo interno se desliza de forma imparable hasta el
abismo y van surgiendo como setas solo iniciativas populares para paliar el
hambre, principalmente infantil, el invierno de los sin techo, los estudiantes
sin dinero para estudiar, los hipotecados en manos del usurero…
Entretanto, Juan de Mairena, alérgico a
profetas y profecías, escribe en una servilleta de papel: “todo
necio confunde valor y precio. Y
por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser
hombre”.
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