Lunes. 11ª semana,
51 días en el portal de la Consejera.
Hoy ha sido una
mañana de acercamientos y saludos de profesores (todos hombres) más o menos
conocidos. Hoy ha sido un día de mucho calor. Mucha, mucha gente desfilando
como pálidas centellas ante mis ojos. El perro del perroflauta ha ladrado en
varias ocasiones, ahuyentando a un pegajoso desaliento que rondaba por allí.
No sé cuándo, pero
una carcajada cruzó la calle Alfonso, chocó contra los altos muros del Banco
Santander en la calle Coso y acabó engullida por una pila de agua bendita de la
basílica del Pilar, pues una muchacha, recién concluida su carrera
universitaria, acababa de leer un papel que el perroflauta le había dado en
mano, con el siguiente mensaje: “artículo
35.1 de la Constitución Española. Todos los españoles tienen el deber de
trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a
la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para
satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda
hacerse discriminación por razón de sexo”.
Aquella muchacha no
pudo reprimir una carcajada gigantesca. Temblaron los cristales de las casas y
los escaparates de las tiendas se fundieron como si fueran de cera. “No solo
nos dejan sin trabajo, sino que también se cachondean de ello”, decía
entrecortadamente la muchacha. Y tras la risa, vino el llanto, lloró desconsoladamente
y se puso a buscar en You Tube cómo se fabricaba una bomba de neutrones.
“Tómate esta
pastilla”, le recomendó el perroflauta. Y nada más ingerirla, del papel
comenzaron a salir monstruos peludos y moqueantes, todos ellos llevaban colgado
del cuello su nombre: “articulo 7, sindicatos”, “artículo 28: derecho de
huelga”, “artículo 37, negociación colectiva”, “artículo 40, distribución de la
renta, formación profesional y seguridad e higiene en el trabajo”. Esos eran
sus nombres y pertenecían todos a la familia Constitución Española. Aquellos
monstruos estaban unidos como si fueran las ramas de un árbol y la muchacha
percibió pronto que tenían secas sus raíces. “Esta Constitución debe largarse a
que le hagan un hueco en el Museo de Cera”, volvió a decir la muchacha.
Un anciano de
cabellos muy blancos se encaramó a la farola más cercana al portal de la
Consejera, y pontificó: “Según sentencia
22/1981, de 2 de junio, el derecho al trabajo no se agota en la libertad de
trabajar, supone también el derecho a un puesto de trabajo y como tal presenta
un doble aspecto: individual y colectivo, ambos reconocidos en el artículo 35.1
y 40.1 de nuestra Constitución, respectivamente. En su aspecto individual, se
concreta en el igual derecho de todos a un determinado puesto de trabajo si se
cumplen los requisitos necesarios de capacitación y en el derecho a la
continuidad y estabilidad en el empleo, es decir, a no ser despedido si no
existe una causa justa".
“Aaaaaameeeeen”,
cantó alguien desde uno de los campanarios del Pilar. Era un canónigo, y el
perroflauta le mandó callar de inmediato: “Calla de una vez”, le dijo, “que tú
no pagas ni un puto impuesto, y además no sabes qué es eso de trabajar”.
La muchacha, curada
de espantos con tanto monstruo y tanta alucinación, se marchó sin parar de reír
y de llorar al mismo tiempo. “Río por no llorar y lloro por no reírme de mí
misma de tan tont@s que somos tod@s tragando sin rechistar esta estafa
descomunal de cada día y desde hace años”, explicó al perroflauta motorizado a
modo de despedida.
“Dime, ¿enseñas tú
algo de esto durante el curso?”, preguntó el perroflauta a un docente de
Secundaria que pasaba por allí. “No, no”, contestó el docente, “esto no entra
en el programa”. “ ¿Y entonces qué entra en el programa?”, volvió a preguntar
el perroflauta motorizado. El docente, a modo de respuesta, abrió una cartera de
cuero y repasó:
“Lexemas, morfemas,
estructura de la oración, oraciones subordinadas, el sinécdoque, la metáfora,
el ribosoma, la estructura del ADN, el proceso de fosilización, la mitocondria,
fracciones y números racionales,
tangente y cotangente, áreas de las figuras planas, Napoleón, la
Ilustración, organización y estructuración
musical (ritmo, melodía, textura, timbre, repetición, imitación, variación) de
una obra musical, ecuaciones de segundo grado, religión y moral católicas,
presocráticos, Tomás de Aquino, cubismo, la columna mesopotámica y egipcia, la
época de la Restauración, la invasión goda y visigoda… “. El docente tomó aire,
respiró profundamente, y concluyó: “… y así hasta el infinito…”.
Unos niños y niñas, mil millones calculó el perroflauta,
gritaban sin descanso: “¡¡¡Así, no. Así, no. Así, no. Así, no…!!!”.
Y el perroflauta despertó en aquel instante y vio que también
él estaba llorando y riendo a la vez. Una
niña de siete años, pelo corto, delgada y con unos ojos muy brillantes pasó delante
del perroflauta motorizado, le sonrió, se llevó su dedo índice a los labios y
le lanzó un beso pequeñito. Su madre la llevaba de la mano y pareció no
enterarse del maravilloso portento que acababa de suceder en el portal de la
Consejera aragonesa de Educación. Y el perroflauta entonces vio que estaba
lleno de las lucecitas multicolores que aquella niña le había regalado.
Hasta mañana.
¡Genial! Gracias
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