El perroflauta no les
ha dicho nada pero lleva toda la mañana sin quitarse de la cabeza lo que ocurre
en Egipto. No le gustan los Hermanos Musulmanes ni la teocracia que propugnan,
punto culminante de la alienación, pero mucho menos le gustan los golpes de
Estado ni los regímenes militares. Estados Unidos y buena parte de sus acólitos
(incluida España) han hecho hasta la fecha encaje de bolillos para disfrazar la
realidad y buscar nombres falsos a crudas realidades. España ni siquiera ha
suspendido la venta de armas a Egipto estos días, pues 120 millones de euros
son 120 millones de euros.
Repugna la
hipocresía de los Gobiernos, entre los que destaca el Gobierno español: por
supuesto, para ellos Cuba y Venezuela son dictaduras, pero Marruecos, Arabia
Saudí o el actual Egipto no lo son. Llevan haciendo trampas desde hace muchos
años validando o invalidando elecciones democráticas: Argelia, Palestina… ahora
Egipto. Occidente solo sabe succionar la riqueza ajena a cambio de baratijas, a
la vez que continúa mercadeando con sus armas, para lo que monta las guerras y
los conflictos que haga falta. Como botón de muestra, en 1980 Estados Unidos
boicoteó los Juegos Olímpicos de Moscú argumentando
que la presencia militar soviética en Afganistán era una invasión y violaba el
derecho internacional, por lo que decidió no asistir a los juegos sólo seis
meses antes de que comenzaran. 21 años más tarde iniciaban por su cuenta y
riesgo un bombardeo masivo de Afganistán y la invasión del país en una
operación que cínicamente denominaron “Libertad Duradera”.
Al
perroflauta tampoco le gustan la alienación religiosa en general ni la
alienación musulmana, en particular, pero tiene claro por qué tantos seres
humanos se arrojan a los brazos de tal alienación y allí se sienten a gusto y
felices. Lo escribió Marx en un texto famoso de su obra Crítica de la Filosofía
del Estado de Hegel:
“El fundamento de la
crítica irreligiosa es: el hombre hace la religión, la religión no hace al
hombre. Y ciertamente la religión es autoconciencia de sí y de la propia
dignidad, como la puede tener el hombre que todavía no se ha ganado a sí mismo
o bien ya se ha vuelto a perder. Pero el hombre no es un ser abstracto,
agazapado fuera del mundo. El hombre es su mundo, estado humano y sociedad;
estado y sociedad que producen la religión, la cual es conciencia invertida del
mundo, porque ellos son un mundo al revés. La religión es la teoría universal
de este mundo, su compendio enciclopédico, su lógica popularizada, su pundonor
espiritualista, su entusiasmo, su sanción moral, su complemento solemne, su
base general de consuelo y justificación. Es la realización fantástica de la
esencia humana, puesto que la esencia humana no existe en la realidad. Por
tanto, la lucha contra la religión es indirectamente una lucha contra ese mundo
al que le da su aroma espiritual. El
sufrimiento religioso es al mismo tiempo la expresión del sufrimiento real y
una protesta contra el sufrimiento real. La religión es el alivio de la
criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un
estado de cosas desalmado. Es el opio del pueblo. La superación de la religión como felicidad ilusoria
del pueblo, es la reivindicación de su felicidad real. El llamado para que el
pueblo se deje de ilusiones acerca de su condición, es el llamado a que termine
con un estado de cosas que necesita ilusiones. La crítica de la religión es ya,
en embrión, la crítica del valle de lágrimas, santificado por la religión”.
La educación en la ciencia y la racionalidad
es la única vía para que el ser humano obtenga su auténtica liberación. Sin
embargo, de nada vale querer educar a quien no tiene que comer ni dónde vivir
ni apenas le cabe esperar algo. Se cultiva la razón si no está aullando antes
el estómago a causa del hambre. ¿Alguien explicará estos a sus alumn@s cuando
empiece el curso? ¡Cuánto le gustaría al perroflauta poder decir estas cosas en
muchas aulas cinco días a la semana!
Hasta el próximo lunes. Comenzará la 12ª
semana. ¡Tres meses!
Eres admirable.
ResponderEliminarPAQUITA
¡Gracias! Pero mucho mejor que la admitación es la compañía en el mismo camino, caminante.
ResponderEliminarSalud y muchos abrazos
Llego hasta tu blog y suscribo tu admiración, Paquita.
ResponderEliminarAntonio, como si te conociera de toda la vida. Palabras llenas de sensatez...
Besos, para la lucha.