Ayer le dije a una amiga, tras hablar un
rato con ella camino de vuelta, que era una mujer admirable. Hoy se lo he dicho
a otra. Hoy estaban las dos allí, en el portal, con el perroflauta, que pensaba
por dentro cuánta suerte tiene de conocer a personas de esa valía. Se llaman
Marga y Maite: Nos han hecho esta fotografía esta mañana:
Hoy el perroflauta ha estado algo
aquejado de mala conciencia a primera hora, hacia las 10,30. Un hombre se ha
acercado velozmente con su bicicleta, la ha dejado raudamente aparcada en pleno
escaparate de la joyería adyacente, y me ha saludado de pasada. Yo no sabía si quería estar con el
perroflauta, pero le he advertido de que el joyero protesta enseguida si se
entorpece el acceso al escaparate, y el hombre me ha contestado que venía a
comprar una joya. En realidad, en poco tiempo he ido descubriendo que era una
demostración ante mí de que él no acataba órdenes de capitalistas ni de nadie.
Ni comprar joyas ni nada de nada. Aquel hombre ha ido engarzando tópicos tras tópicos
sobre la revolución, lo mal que está el país, lo que hay que hacer, lo que no
hay que hacer, lo que él haría, lo que no hacen los demás, lo que se merecen
los mandamases… Al quincuagésimo séptimo tópico me he puesto los cascos y le he
dicho que perdonase, pero que tenía que pensar y reflexionar, mientras
escuchaba música. El hombre se ha mosqueado y me ha preguntado si me estaba
molestando. He intentado explicarle que no era eso, sino que necesitaba cada
mañana unos momentos de reflexión conmigo mismo. En realidad, necesitaba aire
fresco, sosiego y liberación de tanto tópico durante tanto tiempo. He visto que
el hombre se quedaba un minuto más medio perplejo y después se iba.
La mala conciencia (la expresión me lleva
directamente a lecturas juveniles de Sartre) se me quedó clavada dentro, hasta
que llegaron Maite y Marga.
Hace unos días, mi amigo Primo, tras
escuchar la soflama quejosamente revolucionaria que otro hombre le estaba dando
al perroflauta, me dijo que yo estaba haciendo de confesor de mucha gente. Le
corregí de inmediato: no se trataba de confesión, sino de justificación. Mucha
gente se acerca porque siente la necesidad de justificarse y mostrar que son
buena gente, concienciada, solidaria, dispuesta a hacer algo, víctima de algún
caso injusto en el mundo educativo, legal, laboral, etc. Intentan hallar la
justificación de sí mismos a través de la aprobación, directa o indirecta, del otro;
en este caso, del perroflauta.
De todas formas, el perroflauta es así,
piensa en aquel hombre y siente una cierta pesadumbre.
Mañana es festivo por ser la “Festividad
de la Asunción de Nuestra Señora” (Wikipedia). El perroflauta sabe que mañana
todo está cerrado y la gente se despierta más tarde, por lo que se está
planteando que quizá mañana no vaya al portal de la Consejera y concederse así
un poco de descanso. En cualquier caso, el perroflauta va a indagar qué eso de
la Asunción para que una festividad católica sea jornada festiva “de ámbito
nacional en toda España e Hispanoamérica” (manda güebos…).
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