miércoles, 14 de agosto de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 53

Ayer le dije a una amiga, tras hablar un rato con ella camino de vuelta, que era una mujer admirable. Hoy se lo he dicho a otra. Hoy estaban las dos allí, en el portal, con el perroflauta, que pensaba por dentro cuánta suerte tiene de conocer a personas de esa valía. Se llaman Marga y Maite: Nos han hecho esta fotografía esta mañana:
Hoy el perroflauta ha estado algo aquejado de mala conciencia a primera hora, hacia las 10,30. Un hombre se ha acercado velozmente con su bicicleta, la ha dejado raudamente aparcada en pleno escaparate de la joyería adyacente, y me ha saludado de pasada.  Yo no sabía si quería estar con el perroflauta, pero le he advertido de que el joyero protesta enseguida si se entorpece el acceso al escaparate, y el hombre me ha contestado que venía a comprar una joya. En realidad, en poco tiempo he ido descubriendo que era una demostración ante mí de que él no acataba órdenes de capitalistas ni de nadie. Ni comprar joyas ni nada de nada. Aquel hombre ha ido engarzando tópicos tras tópicos sobre la revolución, lo mal que está el país, lo que hay que hacer, lo que no hay que hacer, lo que él haría, lo que no hacen los demás, lo que se merecen los mandamases… Al quincuagésimo séptimo tópico me he puesto los cascos y le he dicho que perdonase, pero que tenía que pensar y reflexionar, mientras escuchaba música. El hombre se ha mosqueado y me ha preguntado si me estaba molestando. He intentado explicarle que no era eso, sino que necesitaba cada mañana unos momentos de reflexión conmigo mismo. En realidad, necesitaba aire fresco, sosiego y liberación de tanto tópico durante tanto tiempo. He visto que el hombre se quedaba un minuto más medio perplejo y después se iba.
La mala conciencia (la expresión me lleva directamente a lecturas juveniles de Sartre) se me quedó clavada dentro, hasta que llegaron Maite y Marga.
Hace unos días, mi amigo Primo, tras escuchar la soflama quejosamente revolucionaria que otro hombre le estaba dando al perroflauta, me dijo que yo estaba haciendo de confesor de mucha gente. Le corregí de inmediato: no se trataba de confesión, sino de justificación. Mucha gente se acerca porque siente la necesidad de justificarse y mostrar que son buena gente, concienciada, solidaria, dispuesta a hacer algo, víctima de algún caso injusto en el mundo educativo, legal, laboral, etc. Intentan hallar la justificación de sí mismos a través de la aprobación, directa o indirecta, del otro; en este caso, del perroflauta.
De todas formas, el perroflauta es así, piensa en aquel hombre y siente una cierta pesadumbre.
Mañana es festivo por ser la “Festividad de la Asunción de Nuestra Señora” (Wikipedia). El perroflauta sabe que mañana todo está cerrado y la gente se despierta más tarde, por lo que se está planteando que quizá mañana no vaya al portal de la Consejera y concederse así un poco de descanso. En cualquier caso, el perroflauta va a indagar qué eso de la Asunción para que una festividad católica sea jornada festiva “de ámbito nacional en toda España e Hispanoamérica” (manda güebos…).


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