Publicado hoy en El Periódico de Aragón
Seguramente, lo que ocurra en el
conflicto laboral de los trabajadores y trabajadoras de los autobuses urbanos
de Zaragoza y cómo se solvente va a quedar troquelado en el inconsciente
colectivo de la ciudadanía: o representan, como hicieron unas semanas antes las
trabajadoras del sector de la limpieza sanitaria de Aragón, un ejemplo de lucha
firme, solidaria y digna frente a los
devastadores planes de la patronal o cundirán aún más el miedo y el pesimismo
entre la ciudadanía.
Es de esperar que no cedan a una sola de
las pretensiones de la patronal y que nadie ose presentarles como un triunfo
que, por ejemplo, en vez de echar a la calle a 153 trabajadores, “solo” vayan
61. Así como sigue siendo criminal e inadmisible fusilar a 14 personas en lugar
de a 50, pues la vida de una sola persona no tiene precio ni es negociable, de
igual modo el derecho al trabajo constituye uno de los derechos fundamentales
de los seres humanos, incluido en la Carta Universal de los Derechos Humanos de
la ONU y en la Constitución Española. Ni un solo despido, pues, ni uno solo. Si
sobra personal, que recorten su propia plantilla
los directivos y quienes en el Ayuntamiento negocian y supervisan la subcontrata
de este servicio público. Y que recorten sus sueldos y beneficios.
El transporte público de una ciudad es un
servicio público de y para toda la ciudadanía, y no debe ser un negocio para
nadie. Por eso es incomprensible e inaceptable que el Ayuntamiento tuviera
previo conocimiento de que la subcontrata del transporte urbano se hubiese
vendido a otro grupo empresarial, que, a su vez, ya lo tenía revendido a una
empresa mexicana a la que seguramente le suena a música celestial eso de que un
negocio es un servicio público y que sabe de la Zaragoza española (en México
existe también una Atizapán de Zaragoza) lo mismo que un zaragozano de aquí
sabe de la Zaragoza mexicana. La reventa debía ser jugosa y los beneficios
debían estar asegurados a base de recortar, como siempre, salarios y personal
laboral. Puede que todo esto (más el criminal ERE ejecutado por TUZSA) sea
legal, pero a veces la legalidad está muy alejada, cuando no da completamente
la espalda a las condiciones exigidas por una vida digna y acorde con los
derechos fundamentales de los seres humanos. Si la legalidad permite perpetrar
despidos a discreción y establecer unilateralmente condiciones laborales
inaceptables (a pesar de los 12,2 millones de beneficios en 2012), quienes
confeccionaron una legislación a beneficio de unos pocos han de cambiarla en
beneficio del pueblo. Entretanto, el ¿Justicia? de Aragón, como siempre, en las
Batuecas.
Y esto no es lo peor. El comité de
empresa y los partidos políticos de una presunta izquierda que gobiernan y
apoyan el Ayuntamiento de Zaragoza (PSOE, IU y CHA) eran conocedores una semana
antes de los negocios que habían estado urdiendo todos estos mercachifles, pero
ocultaron esa información a los trabajadores de los autobuses urbanos de
Zaragoza, los realmente más interesados y concernidos en el asunto.
Sin embargo, los trabajadores no deben
llevarse ni dejarse llevar a engaño. Los partidos “lamentan” la situación y los
representantes sindicales “negocian” que los daños sean los menores posibles,
pero en realidad son los trabajadores y solos ellos quienes pueden y deben decidir
y tomar las riendas del conflicto. Si no quieren despidos, que no consientan
entonces uno solo. Y si quieren que la empresa se avenga a razones, han de
utilizar el único lenguaje que una empresa realmente escucha: una huelga
indefinida. Si así no lo hacen, las lamentaciones ulteriores estarán de más y
quedarán a merced de los vaivenes y los intereses empresariales. Más aún,
mientras durara esa huelga, ningún ciudadano debería subir a un autobús o pagar
su billete. De no hacerlo así, la ciudadanía debería dejar de quejarse y
callar, aunque no fuera mas que por coherencia y vergüenza torera.
Ahora gobiernan directa e indirectamente
el Ayuntamiento zaragozano PSOE, CHA e IU, que asumen como si se tratara de un
axioma que el transporte público de la ciudad debe estar subcontratado y en
manos de una empresa privada, en lugar de estar gestionado directamente por el
Ayuntamiento mediante un organismo público municipal. Tampoco asumen estos
partidos de izquierda el hecho de que los trabajadores y las trabajadoras de
los autobuses urbanos de Zaragoza están dispuestos a encargarse cooperativamente
de este servicio público dentro de una entidad que no esté impulsada por el
ánimo de lucro y la competencia. Existen positivos precedentes, por ejemplo, de
empresas regidas por los principios del proyecto Economía del Bien Común (confianza,
justicia social, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad,
generosidad), en un servicio sostenible, que mira el bien y el interés general de
la comunidad.
En cualquier caso, los trabajadores y las
trabajadores de los autobuses urbanos de Zaragoza no deben reblar. Somos muchos
y muchas los que estamos con ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.