Ayer por la tarde estuve en la
concentración convocada por las trabajadoras de la limpieza de los centros
sanitarios de Aragón ante el portal de Limpisa, una de las empresas que tienen
la contrata del servicio con la DGA. Una vez más, fue un modelo de implicación,
de compromiso y de fuerza. Llevan
cuarenta y tantos días de huelga indefinida, el 7 de julio expira su convenio y
se cierne sobre ellas la incertidumbre sin paliativos. Pero continúan, pues
están dispuestas a todo.
Hoy estaba pensando en todo eso,
cuando he saludado a Luis, profesor interino en Híjar, desde ayer en el paro.
No pudo ir a la convocatoria de apuntarse ayer colectivamente en una Oficina de
desempleo y hoy estaba citado con tal fin en otra Oficina. He comentado con él
lo inexplicable que me resulta que 2.000 profesoras y profesores en Aragón, más
de 60.000 en toda España, se quedaran ayer en el paro y no haya ocurrido nada.
No saben si trabajarán el próximo curso, pero no ha ocurrido nada. Los
contratados en la concertada y los impartidores de Religión en la pública y en
la concertada siguen cobrando del dinero del Estado durante el verano y no
parecen albergar dudas sobre su trabajo en el futuro, pero no ha ocurrido nada.
Hemos recordado el bajo
porcentaje del profesorado de cada centro cuando se convocaba una huelga,
general o del sector. Hemos enlazado todo ello con que sigue sin ocurrir nada.
Trabajar en la educación es un maravilloso regalo de la vida, pues así se está
en contacto diario con la mente, la sensibilidad, el alma de la gente joven.
Enseñar una asignatura debería equivaler a enseñar a la gente joven a “mantener
su alma relativamente intacta” (es una frase que escuché maravillado hace
muchos años en una sala de cine en pleno visionado de la película, cuyo título
no recuerdo). Educar es alentar y fomentar nuevos ciudadanos y ciudadanas
libres, autónomas, críticas, comprometidas, solidarias. Los señores del dinero
han dictado a los actuales gobernantes que la enseñanza debe ser todo lo
contrario. Hablan de excelencia, rendimiento, baremación y comparación con el
Proyecto Pisa, pero en realidad solo desean el retorno al estado de cosas
anterior, donde los ricos y las élites se “formaban” “bien” en sus colegios,
mientras el resto del pueblo iba durante unos pocos años a unas escuelas
públicas deterioradas y de baja calidad.
El profesorado no debería luchar
incondicionalmente solo por unas condiciones laborales dignas, sino por el
futuro mismo de su país, por el futuro de sus hijas e hijos, de sus nietas y
nietos, y de tod@s l@s demás que componen la sociedad donde nacen, viven,
crecen, se desarrollan, se reproducen y mueren los seres humanos, libres e
iguales ante la ley. La educación constituye el elemento nuclear del presente y
del futuro del mundo, dominado por el neoliberalismo más feroz o por la
esperanza efectiva cada día de otro mundo, libre, noviolento, igualitario,
donde la riqueza de la Tierra es de tod@s y se reparte justamente entre tod@s.
No entiendo por qué no ocurre
nada entre el profesorado español, las decenas de miles que se quedaron ayer en
la calle, los centenares de miles dedicados profesionalmente a educar y
enseñar, los ya jubilados, los que aspiran, pero aún no han accedido al mundo
de la enseñanza. Los enseñantes son maestros en hablar y hablar: “has oído…?
Has leído…? Has visto…? Esto va cada día peor. Los gobernantes son unos
mangantes. Etc. Etc. Etc…” Cada vez soporto peor que algún enseñante me venga
con alguna monserga sobre lo mal que va el país o la enseñanza, pretendiendo
demostrar de paso lo progre y lo enterado que está de todo.
No entiendo que alguien se haya dedicado alguna vez a educar y
enseñar, y ahora viva el transcurrir del país como si, de hecho –más allá de la
boquilla, no le concerniera. Personalmente, creo que mi presencia diaria ante
el portal de la Consejera es otra forma de seguir educando y enseñando, no
porque la gente deba pensar y hacer lo que propongo, sino porque debe estar en
condiciones siempre de poder informarse, pensar, reflexionar, decidir y actuar
como considere conveniente.
Pero, de momento, no ocurre nada,
no ocurre nada, no ocurre nada, no ocurre nada, no ocurre nada, no ocurre nada,
no ocurre nada, no ocurre nada, no ocurre nada, no ocurre nada……………………………………
Tienes mucha razón,Antonio. No sé si es el aburguesamiento del colectivo o el pensar que no va con nosotros,pero las compañeras de la limpieza son un ejemplo a seguir. Y tú con tu resistencia otro.
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ResponderEliminarPongámonos, pues, tod@s manos a la obra
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