Necesitaba
comenzar hoy la jornada ante el portal de la Consejera escuchando la Cuarta de
Beethoven. Entretanto, pensaba en Kant o, mejor, Kant me pensaba con desnudo
sosiego. Es difícil y delicioso sobrenadar las aguas de la vida aferrado a un
sencillo tablón, al tablón de Kant. El alumnado lo solía encontrar pesado e
intrincado, y casi nadie lo elegía como tema en Selectividad. Me miraban
extrañados y habituados a que dijese este tipo de cosas de vez en cuando en clase:
“Quien comprende la ética de Kant no vuelve a ser el/la mism@, les decía, un
poco también de chanza, para que no concluyesen definitivamente que el profe de
filosofía se había vuelto a majareta. Pero es verdad, quien ha captado el
mensaje de Kant, deja de ser el de antes y se vuelve otra persona distinta.
Kant invita a
obrar según un principio ético que no persigue un objetivo concreto, como
obtener algo positivo o evitar algo perjudicial. Así, por ejemplo, no vale que
el perroflauta se diga “si sigues ahí, conseguirás más profesorado y becas o
que no haya recortes”, pues cuando vea que no hay aumento de profesorado y
becas, o que continúan los recortes en educación, corre el riesgo de caer en el
desaliento. El perroflauta no debe obrar según una máxima moral del tipo “si
haces/evitas…. entonces habrá/se conseguirá…”.
Kant es reacio
a crear mandamientos, leyes, códigos que haya que acatar y seguir, pues en tal
caso el perroflauta se limitaría a cumplir esos leyes y mandatos para ser
bueno. Kant le dice al perroflauta: “Perroflauta, no te voy a decir jamás que
hagas esto o aquello, o que te abstengas de obrar así o asá. Quiero solo que tu
principio ético sea previo, anterior a cualquier precepto o norma, pues solo tu
razón, libre y responsable, es capaz de donarte un principio ético que pudiere
ser aplicable en cualquier momento y circunstancia, y que te pareciera válido
siempre para ti y para cualquier otra persona del mundo. Perroflauta, nunca
seré yo quien te diga qué obrar, pero permíteme que me sienta feliz cuando vea
que ese principio ético universal, anterior a cualquier norma y precepto, te
indica cómo obrar”.
El Adagio del
2º movimiento de la sinfonía acariciaba suavemente mi corazón, y fui recordando
lo que tantas veces expliqué en clase de COU-2º de Bachillerato:
“Perroflauta, obra sólo de forma que puedas
desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal”.
“Perroflauta, obra de tal
modo que el carácter y la dimensión humana de cada persona (tú o cualquier otra) sean siempre un fin, y
nunca solo un medio”.
Y el perroflauta se ha
quedado boca arriba, flotando en las aguas de la vida, sobre el tablón
proporcionado por Kant, contando estrellas en la noche de aquella mañana de
verano, hasta la última nota de la cuarta sinfonía. Ha recobrado fuerzas para
continuar allí, en el desierto de la calle Alfonso, sin esperar otra cosa que
pronto haya muchas otras personas en cuyos oídos pueda susurrar Kant sus sabios
consejos: obra bien y sé tú mism@ y descubre por ti mism@ cómo.
Unos cuantos compañeros/as de
Stop Desahucios y Marea Verde acompañaban a setenta niñas y niños de la
República Árabe Saharahui Democrática me han saludado a su paso por la calle,
camino de las instituciones cercanas, donde los pescadores oficiales de siempre
querrán obtener el beneficio de una foto en las aguas revueltas de unos niños y
niñas que parecen despedir luz por sí mism@s.
Un periodista de
Arainfonoticias me ha sacado una foto, que ha colgado con una breve reseña en
Twitter. Es esta.
Me ha dicho que volverá pronto.
Me ha dicho que volverá pronto.
He estado también bastante
rato con Ana, una profe de Secundaria de Teruel, metida ahora en oposiciones a
Primaria (las únicas convocadas en Aragón este año), y en mil actividades
valiosas más en Teruel junto con su novio Jandro. Ana es la tercera interina que
vive estos días en el mismo portal de la Consejera (“la vida te da sorpresas, sorpresas
te da la vida”, como dice la canción).
Ana ha comprado refrescos en
un chino (el consabido escalón no permite acceder al perroflauta motorizado) para
los huelguistas de hambre de Stop Desahucios en Plaza de Aragón. Ayer les llevé
varios litros de gazpacho. Pues bien, el médico les dijo que no pueden ingerir
ni una cosa ni otra. Sus acompañantes sabrán aprovechar todo ello, sin duda.
Camino de casa, he comprado fruta y me he dejado llevar por la maravillosa obra de Gavin Bryars "Cello Concerto. Farewell to Philosophy" (no viene mal, después de tanto rato con Kant) , interpretado por Julian Lloyd Weber.
Camino de casa, he comprado fruta y me he dejado llevar por la maravillosa obra de Gavin Bryars "Cello Concerto. Farewell to Philosophy" (no viene mal, después de tanto rato con Kant) , interpretado por Julian Lloyd Weber.
Hasta mañana.
Me ha encantado este capítulo, y dan ganas, sí, de adentrarse en Kant. Un saludo
ResponderEliminar;) ;)
ResponderEliminarencantado de conocerte graias a Ramon de EQUO
ResponderEliminarencantado de conocerte graias a Ramon de EQUO
ResponderEliminarLos amigos de mis amigos (más aún en el caso de Ramón) son sin duda mis amigos. Bienvenido a mi vida, Txema.
ResponderEliminarCuida de "conducir" con los cascos puestos que puede caerte una multa de "los locales"
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