miércoles, 3 de julio de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 24


 
Necesitaba comenzar hoy la jornada ante el portal de la Consejera escuchando la Cuarta de Beethoven. Entretanto, pensaba en Kant o, mejor, Kant me pensaba con desnudo sosiego. Es difícil y delicioso sobrenadar las aguas de la vida aferrado a un sencillo tablón, al tablón de Kant. El alumnado lo solía encontrar pesado e intrincado, y casi nadie lo elegía como tema en Selectividad. Me miraban extrañados y habituados a que dijese este tipo de cosas de vez en cuando en clase: “Quien comprende la ética de Kant no vuelve a ser el/la mism@, les decía, un poco también de chanza, para que no concluyesen definitivamente que el profe de filosofía se había vuelto a majareta. Pero es verdad, quien ha captado el mensaje de Kant, deja de ser el de antes y se vuelve otra persona distinta.
Kant invita a obrar según un principio ético que no persigue un objetivo concreto, como obtener algo positivo o evitar algo perjudicial. Así, por ejemplo, no vale que el perroflauta se diga “si sigues ahí, conseguirás más profesorado y becas o que no haya recortes”, pues cuando vea que no hay aumento de profesorado y becas, o que continúan los recortes en educación, corre el riesgo de caer en el desaliento. El perroflauta no debe obrar según una máxima moral del tipo “si haces/evitas…. entonces habrá/se conseguirá…”.
Kant es reacio a crear mandamientos, leyes, códigos que haya que acatar y seguir, pues en tal caso el perroflauta se limitaría a cumplir esos leyes y mandatos para ser bueno. Kant le dice al perroflauta: “Perroflauta, no te voy a decir jamás que hagas esto o aquello, o que te abstengas de obrar así o asá. Quiero solo que tu principio ético sea previo, anterior a cualquier precepto o norma, pues solo tu razón, libre y responsable, es capaz de donarte un principio ético que pudiere ser aplicable en cualquier momento y circunstancia, y que te pareciera válido siempre para ti y para cualquier otra persona del mundo. Perroflauta, nunca seré yo quien te diga qué obrar, pero permíteme que me sienta feliz cuando vea que ese principio ético universal, anterior a cualquier norma y precepto, te indica cómo obrar”.
El Adagio del 2º movimiento de la sinfonía acariciaba suavemente mi corazón, y fui recordando lo que tantas veces expliqué en clase de COU-2º de Bachillerato:
“Perroflauta, obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal”.
“Perroflauta, obra de tal modo que el carácter y la dimensión humana de cada persona (tú  o cualquier otra) sean siempre un fin, y nunca solo un medio”.
Y el perroflauta se ha quedado boca arriba, flotando en las aguas de la vida, sobre el tablón proporcionado por Kant, contando estrellas en la noche de aquella mañana de verano, hasta la última nota de la cuarta sinfonía. Ha recobrado fuerzas para continuar allí, en el desierto de la calle Alfonso, sin esperar otra cosa que pronto haya muchas otras personas en cuyos oídos pueda susurrar Kant sus sabios consejos: obra bien y sé tú mism@ y descubre por ti mism@ cómo.
Unos cuantos compañeros/as de Stop Desahucios y Marea Verde acompañaban a setenta niñas y niños de la República Árabe Saharahui Democrática me han saludado a su paso por la calle, camino de las instituciones cercanas, donde los pescadores oficiales de siempre querrán obtener el beneficio de una foto en las aguas revueltas de unos niños y niñas que parecen despedir luz por sí mism@s.
Un periodista de Arainfonoticias me ha sacado una foto, que ha colgado con una breve reseña en Twitter. Es esta. 
Me ha dicho que volverá pronto.
He estado también bastante rato con Ana, una profe de Secundaria de Teruel, metida ahora en oposiciones a Primaria (las únicas convocadas en Aragón este año), y en mil actividades valiosas más en Teruel junto con su novio Jandro. Ana es la tercera interina que vive estos días en el mismo portal de la Consejera (“la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”, como dice la canción).
Ana ha comprado refrescos en un chino (el consabido escalón no permite acceder al perroflauta motorizado) para los huelguistas de hambre de Stop Desahucios en Plaza de Aragón. Ayer les llevé varios litros de gazpacho. Pues bien, el médico les dijo que no pueden ingerir ni una cosa ni otra. Sus acompañantes sabrán aprovechar todo ello, sin duda.
Camino de casa, he comprado fruta y me he dejado llevar por la maravillosa obra de Gavin Bryars "Cello Concerto. Farewell to Philosophy" (no viene mal, después de tanto rato con Kant) , interpretado por Julian Lloyd Weber. 
Hasta mañana.




6 comentarios:

  1. Me ha encantado este capítulo, y dan ganas, sí, de adentrarse en Kant. Un saludo

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  2. encantado de conocerte graias a Ramon de EQUO

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  3. encantado de conocerte graias a Ramon de EQUO

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  4. Los amigos de mis amigos (más aún en el caso de Ramón) son sin duda mis amigos. Bienvenido a mi vida, Txema.

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  5. Cuida de "conducir" con los cascos puestos que puede caerte una multa de "los locales"

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