Comienza la sexta semana consecutiva en
el portal de la Consejera aragonesa de Educación, Dolores Serrat.
Cristina y Marisol acompañan (¡qué bien!)
durante toda la mañana, reparten octavillas, comentan las anécdotas que van
surgiendo.
Hoy he empezado a las 10,30 y he estado
allí hasta las 14 horas, haciendo tiempo hasta la celebración con Ana, Antonio,
Maribel, José Luis y Nacho en Casa Emilio del final feliz de la huelga de las
trabajadoras de la limpieza sanitaria en los centros públicos de salud en
Aragón. Ver a Emilio también me ha llenado de alegría. El final de la huelga ha
sido catártico para el cuerpo y para el alma de esas personas, entre las que me
incluyo en un pequeño rinconcito.
La gente de las 10,30 en la calle Alfonso
tiene poco que ver con la de las 13,30, pues a medida que avanza la mañana se
produce una especie de lenta metamorfosis de la gente paseante, turista o
compradora. He tenido el honor de ser saludado al poco tiempo de llegar por el
hombre que limpia a pie la vía y por los dos hombres que van en el camión de la
limpieza. Leen atentos los niños el cartel: no tienen problemas de control
social. Sin embargo, salvo excepciones, las personas que, sin detenerse, van
leyendo el mensaje del cartel, dejan ipso facto de leerlo si se dan cuenta de
que las estoy mirando. En otras palabras, renuncian a la lectura si la mirada
de una persona las personaliza, las saca del anonimato.
La gente tiene miedo de ser identificada,
de ser tenida en cuenta en una situación en la que se siente insegura o
simplemente no controla. La gente no quiere saber nada de perros y de flautas,
de carteles y reivindicaciones. En el anonimato no se ven concernidas. Una
mirada del perroflauta dispara sus alarmas de aquietante quietud de su mente.
Eso sí, hay que reconocer que hay excepciones, que haberlas haylas: dos mujeres
se han detenido y se han identificado: eran polacas y hablaban muy bien
español; otra, era maestra retirada tras mil batallas por mil pueblos y
escuelas públicas de Aragón; y los de la limpieza, no los olvidemos. Y el
cartero, que cada día me saluda y se despide en el portal.
Una señora me ha hundido su daga en pleno
hígado y me he quedado sin aliento durante un rato. Se acerca, nos dice
misteriosamente que el veintitantos la Consejera firma no sabe qué (no lo
sabía) con no sabe quiénes (cree que empresarios). Mientras se aleja, nos dice
a modo de despedida: “A ver si vais muchos”. VAIS, segunda persona del plural,
que descarta a la primera persona, a la brega en común, al compromiso mutuo.
Sigo llevando clavada en el hígado esa segunda persona del plural. Me ha sonado
como un bofetón. En realidad, solo es un reflejo fiel de en qué se está convirtiendo
este país.
De 12,30 a 14 horas he estado solo en el
portal. Al final, la conversación con Victorio ha sido sublime.
"La utopías a menudo no son otra cosa que un anticipo de la verdad" (Alfonse de Lamartine)
ResponderEliminarGracias por ser promotor de una futura verdad.
Un fuerte abrazo.
Gracias, y un fuerte abrazo
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