sábado, 6 de julio de 2013

¡Marchando una ración de milagros! … ¡Oído cocina!


Jorge Mario Bergoglio, conocido también como papa Francisco, parece que quiere declarar santos a dos de sus antecesores: al italiano Angelo Giuseppe Roncalli, alias Juan XXIII,  y al polaco Karol Józef Wojtyła,   alias Juan Pablo II.  No tengo nada que comentar a este respecto. Todos los años se nombra a una mujer como Miss Mundo (en el último certamen salió ganadora la china Wen Xia Yu), al igual que en el último certamen de Míster Mundo salió ganador el colombiano Francisco Escobar. Los católicos tienen pleno derecho a nombrar y declarar a quienes consideren conveniente, por la misma razón que cada año se celebra el Día del Orgullo Gay o incluso, aunque resulte increíble, el Día del Orgullo Friki.
Aunque estén empapados de sombras algunos años de su existencia y de su papado (pederastia del fundador y el entorno de los Legionarios de Cristo, líos financieros con asuntos bancarios directos…), la derechona ultrarreligiosa o ve canonizado a su Juan Pablo II, bastión de la ortodoxia, o le da un síncope de tanta ansiedad. Leo que hay un pequeño inconveniente para iniciar los fastos de la bicanonización: a Roncalli le falta un milagro, de los dos que se requiere para llegar a santo, aunque para eso están los prestidigitadores asistidos por el Espíritu Santo: el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, declara que el problema desaparece teniendo en cuenta  que el papa “tiene la capacidad de dispensar la necesidad de un segundo milagro”. Para algo es infalible, vamos.
Karol Józef Wojtyła  ha hecho bien los deberes y se le atribuye dos milagros: a) la curación en 2011 de una monja francesa que padecía la enfermedad de Parkinson y b) la curación de una mujer costarricense, de la que puede verse el vídeo http://elpais.com/sociedad/2013/07/05/actualidad/1373024001_324964.html
donde informan personas devotas y médicos los pormenores del milagro (no tienen pérdida los detalles del altar donde está la foto del papa polaco). Sigamos los pasos del vídeo, 1) una mujer costarricense es ingresada en un hospital “por un aneurisma gravísimo”, 2) “el coágulo se disolvió sin tratamiento”; 3) aparece un médico reconociendo que “yo nunca he encontrado la explicación”, 4) la familia lo atribuye con seguridad al “sinfín de plegarias dedicadas a Juan Pablo II”. Puede verse la Oración para implorar favores por la Intercesión de Juan Pablo II en 
http://prodperegrinando.com.ar/peregrinando/index.php?option=com_content&view=article&id=138&Itemid=17
 ,   5) una persona, seguramente clérigo, informa de que “todo ese proceso” (¿?) es certificado solemnemente por el Papa: “esto… no hay duda… estamos ante un santo”.

Y  el argumento y la argumentación desembocan en una gloriosa conclusión, de acuerdo con los cánones de la rigurosa lógica mostrada en el vídeo: Juan Pablo II es un santo. Punto pelota, como dicen en Intereconomía.

Milagro en el Diccionario de la RAE es un “hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino”. Con tal definición, la RAE, una vez más, enseña su oreja mas beatífica, pero más allá de eso que denomina “leyes naturales” no hay otras leyes  verificables, refutables, al alcance de toda persona que quieran verificar un determinado hecho. La RAE parece referirse a unas presuntas leyes o realidades “sobrenaturales”, que, mientras no se demuestre lo contrario, son puro humo, son un engaño, una superstición, nada de nada. Si un hecho no puede explicarse por las leyes naturales, la ciencia deberá indagar más y mejor para hallar una explicación o para admitir que, de momento, no tiene ninguna. Por otro lado, “sobrenatural” y “divino” son términos carentes de referente y forman parte de pseudoproposiciones sin significado y sentido.
Ahora voy a contar otra historia, cercana a la de la mujer costarricense, pero muy alejada de cualquier asomo de milagro: corría el año 2003 y yo había dado clase como cualquier otro día en el IES Grande Covián sin otro problema que un cierto malestar a lo largo de la mañana. Comí poco y apenas tengo recuerdos de aquella tarde, salvo unos episodios de conciencia con muchos vómitos y un terrible dolor de cabeza. Mi hija no me llama jamás por la tarde, pero lo hizo aquella tarde. Al cabo de unas horas, mediante la intervención de mi hermana, fui ingresado en el hospital aquejado de un ictus cerebral agudo y hemorragia cerebral subaracnoidea. Todos estaban convencidos de mi muerte inminente. Durante unos días (cuento todo esto de oídas, pues yo estaba en la UCI inconsciente) me sostuve “inexplicablemente” en vida, hasta que un día la doctora M.R. Barrena y el doctor Santiago Guelbenzu lograron taponar la hemorragia y en unos pocos meses tuve la inmensa alegría y fortuna de volver al instituto con mis alumnas y alumnos. Fue una etapa muy dura, pero no tiene nada de milagrosa, pues en lugar de taumaturgos tuve la suerte de caer en manos de dos excelentes profesionales de la medicina. C´est tout…
¿Si alguien Hubiera decidido rezar a, pongamos por caso, san Farfolillo de la Encina, implorando mi curación, se habría considerado un milagro?
Un día llegará en que la razón y la ciencia serán las únicas herramientas y los límites de cualquier explicación de cualquier fenómeno. Entretanto, seguiremos aguantando sus supersticiones. Por supuesto, tienen pleno derecho a creer lo que les venga en gana, pero en ningún caso a pretender meter sus creencias en nuestro sexo, nuestra cabeza, nuestra cama, nuestra vida y nuestra libertad.

 Coda: cada vez que veo la foto de Wojtyła y la paloma, al inicio de este post, me temo lo peor, recordando las numerosas y malas experiencias habidas con las palomas cuando a veces han sobrevolado mi cabeza.
Reflexión final. Ayer escuché en una emisora de radio que una mujer "cantaba como los ángeles"¿Pero es que alguien alguna vez ha oído cantar a los ángeles?


2 comentarios:

  1. Huy, Antonio. Si mi madre te leyera diría "Sí, pero Dios quiso que tu hija, que nunca te llama por la tarde, te llamara ese día".

    En todo caso, lo importante es que sigues aquí entre nosotr@s deleitándonos con tus escritos tan lúcidos y contagiándonos de entusiasmo en tu lucha a favor del laicismo institucional.

    Un abrazo.

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  2. El problema sería explicarles a los familiares de los demás afectados por ictus cerebral por qué entonces ese dios no quiso que alguien llamase a sus seres queridos.
    Tus poemas, deliciosos
    Un abrazo, amiga mía

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