Publicado el 17 de julio en El Periódico de Aragón
El país entero está conmocionado por los mensajes entre un
delincuente y un mentiroso compulsivo, por la connivencia entre el guardián de
las trampas y la pandilla de tramposos, patriotas de pro y amantes de grandes
banderas, que aseguran sacarnos de la crisis, mientras el pueblo se va
enterando de sus chanchullos económicos. Mienten y manipulan. Para colmo, el
vicesecretario general de Estudios y Programas del PP, Esteban González Pons, nos regalaba la semana pasada una perla más
de distorsión falaz de la realidad, al afirmar que "el PP no es Bárcenas,
es Miguel Ángel Blanco".
A su vez, la Junta de Andalucía criticaba la actuación de la
jueza Mercedes Alaya, que instruye
el caso de los ERE, como un camino “harto peligroso para la democracia”.
Paralelamente, el PP acusaba a la oposición de “ser rehén” de Bárcenas al pedir que Mariano Rajoy dimita como Presidente
del Gobierno, por ser responsable directo de la presunta y flagrante
financiación ilegal del Partido Popular y el cobro de sobresueldos por parte de
altos cargos del Partido. El país es un erial tras una montaña de corrupción,
del que cada grupo político implicado pretende desembarazarse mediante
descalificaciones y mentiras. Entre tanto barullo, el pasado fin de semana se
reunía en Galicia el Comité Federal del PSOE para decidir qué hacer con las
primarias convocadas en Galicia y negociar un nuevo protocolo de relaciones con
el PSC. Es decir, no precisamente los problemas candentes y urgentes del país y
su ciudadanía. Y es que unos y otros han estado viviendo en Babia.
Nos están dejando el país como un erial, pero no todo es por
Bárcenas y su currículum como tesorero del PP. En julio caducaban 1340 convenios laborales de empresa, con el riesgo inminente
de que dos millones de trabajadores pierdan los derechos adquiridos en materia
de salarios y jornadas, una vez sometidos al Estatuto de la Reforma Laboral del
PP. Es la guerra de clases que los amos del dinero y de los mercados
están imponiendo brutal y unilateralmente a la población trabajadora y a la
ciudadanía en general. Sin embargo, parece que esa criminal barbaridad no fue
motivo suficiente para pedir la dimisión de Rajoy, por la sencilla razón de
que, salvo contadas excepciones, la clase política y sindical, sometida a las medidas
provenientes de la Troika y ejecutadas obedientemente por los Gobiernos central
y local, sestea y dormita, mientras menudean entre ellos rancias discusiones de
si son galgos o podencos.
En el erial veo más de seis millones de desempleados en un
país donde las empresas del Ibex35 siguen arrojando decenas de miles de
millones de beneficios anuales declarados (amén de sus paraísos y sus
triquiñuelas fiscales). Veo a ciudadanos acampados solicitando una entrevista
(los más optimistas, incluso una negociación) a unas entidades financieras que
reciben un rescate bancario de hasta 100.000 millones destinado a “sanear” la
banca a través del FROB. También a varios centenares de miles de personas
desahuciadas por unos bancos que han recibido además
1,33 billones de euros para oficialmente paliar su presunta falta de liquidez,
pero destinados a obtener fuertes ganancias a base de especular con la deuda
pública del país. Veo a un pueblo entero asumiendo una deuda pública, de la que
un 57,3% pertenece a los bancos y las grandes empresas.
Leo
(forma parte del erial) que salvar el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC) cuesta menos de dos kilómetros de AVE. Una asociación
vecinal zaragozana organiza este verano un comedor social para que los niños de
la zona puedan comer al menos una vez al día, mientras la Consejera de
Educación, Dolores Serrat, recorta
drásticamente las becas de comedor y otras ayudas escolares, y el ministro Ignacio Wert deja sin poder seguir cursando estudios a decenas de miles de
estudiantes. Simultáneamente,
el ministro de Economía De Guindos y
el de Exteriores García-Margallo
insisten machaconamente en la importancia de la marca España.
El país está hecho un erial, pero, al parecer, aquí
preocupan otras cosas, si nos atenemos a las portadas diarias de los medios de
comunicación. Un jurado popular ha condenado al filicida Bretón,
el Barça ha fichado a Neymar,
Bárcenas contrata como abogado a Javier
Gómez de Liaño, un ex juez condenado por prevaricación y apartado de la
carrera judicial, pero que, poco tiempo después, fue indultado por el gobierno
de José María Aznar para volver a la carrera judicial, a
condición de no incorporarse a la Audiencia Nacional durante 25 años. Es decir,
como el político cántabro Juan
Hormaechea, como el banquero Alfredo
Sáenz, como aquellos Mossos d’esquadra condenados por torturas, como el
conductor kamikaze Ríos Salgado,
como los dos comandantes forenses del caso Yak- 42, como los indultados en el
caso Treball, como tantos… amigos, amiguetes, enchufados, recomendados, primos
de Zumosol, multimillonarios…
¿Y a esto lo llaman Estado de Derecho?
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